A un paso de la cena de Nochebuena y la comida de Navidad nos enfrentamos al mismo dilema un año más: cómo acabar la fiesta en paz. Y es que es muy frecuente que estas reuniones produzcan situaciones tensas e, incluso, violentas. Expertos de Nascia recuerdan que hay temas que mejor deberíamos evitar, si no queremos acabar como el rosario de la Aurora. Por ejemplo:
- La política y temas relacionados como las subvenciones, inmigración, políticas territoriales.
- La economía también es una fuente de tensión y acaloradas discusiones. Hablar de la justicia e igualdad de los salarios, el creciente coste de la vida, las facturas de la luz, del gas, del agua e incluso de los impuestos supone en muchas ocasiones poner contra las cuerdas las distintas situaciones socieconómicas de los familiares.
- El fútbol tampoco está exento de polémica, tensión y estrés. Al menos, tal y como se vive en los campos o a través de la televisión. La rivalidad entre los equipos más importantes del país está presente no sólo como primera opción sino también como simpatizantes.
- El trabajo es otra de las preocupaciones y se discute mucho sobre ello. No sólo las condiciones individuales, también las equiparaciones en condiciones laborales, la dificultad de acceso al puesto de trabajo y la reforma laboral se convierten en temas controvertidos y que generan tensión y estrés entre los participantes. Sobre los derechos y obligaciones del trabajador siempre existen controversias, especialmente si en la familia hay empresarios y trabajadores.
"Acudir a una reunión navideña siempre conlleva una gran responsabilidad: no generar conflictos", recuerda Rafael San Román, psicólogo de ifeel. "A partir de aquí hay una serie de actitudes que debemos potenciar al mismo tiempo que es aconsejable evitar ciertos temas de conversación", aconseja.
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Consejos para tener la fiesta en paz
No meter el dedo en la llaga. Hay temas, aspectos o hechos familiares que no conviene sacar en estas fechas. Cada familia debe ser consciente de cuáles son los suyos. Por ejemplo, problemas con la familia política, rencores, rencillas, deudas económicas, ausencias, etc. Si sabemos de antemano que hay conversaciones que van a generar conflicto, evitémoslas.
¿Por qué no hablar de política? Es uno de los temas que hay que procurar evitar en la mayoría de las familias. Especialmente, si existen diversidad de opiniones, que seguramente las habrá. Si bien es cierto que debatir es saludable, es muy fácil que se acabe en una disputa, o puede generar tensión y nerviosismo, que es mejor evitar en las reuniones familiares si queremos disfrutar de ellas.
Cuidado con el lenguaje corporal. Podemos evitar temas de conversación, pero a veces es más difícil controlar otros elementos comunicativos como las miradas y los gestos, que pueden resultar igualmente desagradables y generar mal ambiente. Las insinuaciones o las medias afirmaciones también pueden ser consideradas como un dardo envenenado que abra la veda para una batalla campal.
Mantente impasible. Quizá tú vayas con la mejor intención de ser el perfecto anfitrión o invitado. Sin embargo, pueden ser los otros comensales los que te lo pongan tan difícil que estés a punto de perder los estribos. En este sentido, aférrate al refranero español, que enseña sabiamente que 'no hay mayor desprecio que no hacer aprecio'. Calibra bien si merece la pena contestar. No se trata de defenderse a cualquier precio, o de ganar el debate a toda costa. Respira y di con calma: “Mejor vamos a dejarlo aquí, no es el momento”.
Las sentencias, en otro lado. Las actitudes condescendientes, sentar cátedra o manifestar opiniones como verdades irrefutables no suele ser la mejor manera de tener la fiesta en paz. En cambio, expresar las ideas con respeto y tener claro que cada uno tiene su opinión y respetarla generará una conversación enriquecedora de la que todos pueden aprender.
“El cuñadismo”. Hace referencia, precisamente, a las cenas de Navidad y personifica en la figura del cuñado aquellos comentarios que, sin llegar a ser hirientes, pueden despertar la antipatía en los demás a base de mucha competitividad y poca deportividad. ¿Te vas a Roma por 200 euros? Yo me fui por 100 hace un mes; el queso está bueno, pero luego te digo dónde comprar uno de verdad; pagando alquiler y no una hipoteca estás tirando el dinero; he aparcado a la primera en vuestro barrio, es que hay que saber buscar sitio…”. No hará más que generar malestar y muchas críticas.
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Entonces, ¿de qué hablamos por Navidad?
Más allá de la política y de aquellos temas que sabemos de sobra que pueden levantar suspicacias (religión, por ejemplo, animalismos, feminismos u otros 'ismos') hay otros asuntos que pueden hacernos disfrutar de una maravillosa cena o comida de Navidad. El deporte, por ejemplo, también se puede tratar, pero evitando el fútbol y la rivalidad. La música, tecnología, temas curiosos de actualidad, gastronomía, libros, ¡series!, anécdotas divertidas o recuerdos entrañables, aunque ya los hayamos tratado anteriormente, también favorecen un clima de confianza, distensión y diversión. Y si no, siempre nos quedará el tiempo, que, últimamente, puede dar mucho de qué hablar.
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