Cada cierto tiempo surge la carrera de un actor o actriz de Hollywood que ejemplifica valores e ideas que calan con gran profundidad entre los espectadores. Es célebre por ejemplo la filiación política y activista de Jane Fonda, así como la espiritualidad de Richard Gere y el apoyo a causas humanitarias de Angelina Jolie. De la misma forma, Julia Roberts se hizo un hueco en el corazón del público convirtiéndose en “la novia de América”.
El apodo surgió en plenos años 90, Julia Roberts catapultó su carrera gracias a Pretty Woman, la película que protagonizó con Richard Gere y que batió todos los récords de taquilla. Anteriormente su carrera apenas había comenzado tres años antes, en 1987.
El personaje de Roberts en Pretty Woman fue el de una prostituta que trata de salir adelante mientras es contratada por un poderoso empresario que se enamora de ella. La película iba predestinada a tener una recaudación de alrededor de 50 millones, y consiguió casi 500. Esto se debió a la buena química entre Roberts y Gere, y que marcó un antes y después en las comedias románticas y, por supuesto, en la carrera de Julia Roberts.
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La sonrisa y el saber estar
Todos los críticos coincidieron en que el papel de Vivian Ward (Roberts en Pretty Woman) habría sido radicalmente distinto si hubiera sido interpretado por otra actriz, pues la sonrisa y el tono que añade Roberts al personaje tiene un trasfondo adorable, humano y vivo, difícilmente repetible. Su sonrisa es una de las más codiciadas, las escenas en las que se muestra inocente, sugerente y vulnerable son piezas angulares del cine de los 90 y que hicieron que se convirtiera en la “novia de América”.
Porque transmitía dulzura, sinceridad y consistencia en sus interpretaciones, Roberts fue un nuevo tipo de sex-symbol, no meramente sexual, con atractivo físico, sino el tipo de mujer del que te enamoras, una persona que merece la pena, atractiva pero inteligente, sensible y empática.
Un precedente difícil de superar
Roberts ha protagonizado casi un centenar de películas, pero es en aquellas en las que ella se muestra como la “novia de América” en las que más ha trascendido su papel, como en La boda de mi mejor amigo, Novia a la fuga (también con Richard Gere) o Notting Hill.
El caché de Roberts ha subido como la espuma, su presencia en cualquier película es un sinónimo de éxito y ha conseguido auténticos taquillazos con más de 200 millones de recaudación, una cifra que sólo está en manos de los proyectos más exitosos.
Roberts es sinónimo de profesionalidad, humanidad y sofisticación. No en vano ha sido imagen de marcas como Givenchy y Lancôme.
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No solo comedias románticas
Con el paso del tiempo la carrera de Roberts se fue diversificando hasta encontrar un panorama mucho más abierto, más allá de las comedias románticas en las que triunfó en sus primeras décadas. La primera película en clave dramática en la que triunfó fue Erin Brockovich, en 2000. Y posteriormente participó en Oceans’ Eleven, Come, Reza, Ama y Money Monster.
El buen pulso de Roberts para elegir proyectos es algo que, sin duda, la caracteriza, son producciones generalmente de corte familiar, que llegan por igual a todos los públicos y que gozan de éxito en todos los países. Sus personajes suelen ser positivos: protagonistas afables, bienintencionados y algo traviesos.
Una vida privada repleta de amor
Julia Roberts cuenta en su haber con romances muy populares como es el caso de Daniel Day-Lewis, Mattew Perry, Liam Neeson y Kiefer Sutherland. Sin embargo, Roberts es también conocida por su trabajo humanitario siendo embajadora de UNICEF y con un trabajo de activista muy activo en la defensa de biocombustibles renovables.
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