Hace tiempo que dejamos de pensar que, comer sano es aburrido y soso. Las recetas más sabrosas no están, en absoluto, reñidas con una alimentación saludable que brinde nutrientes, sabor y color.
Son días de tentaciones, en los que puedes echar a perder el esfuerzo de varios meses. Cuando comes bien, cuidas tu cuerpo y tu bienestar integral. Los desarreglos que, consideramos propios de esta época del año, no deberían ser una excusa para olvidarte de todo lo conseguido.
Incluye a los más pequeños
El hábito de una alimentación saludable es mejor empezarlo cuanto antes. Si hay niños en casa, iniciarlos en este o ayudarlos a mantenerlo en días de fiestas, es una manera de predicar con el ejemplo y de enseñarles una relación sana con la comida.
No se trata de hacer privaciones o dejar aquello que te gusta y que solo lo encuentras en esta época del año. Se trata de pensar qué es lo que te apetece comer y porqué. El mundo no se acaba y dentro de unos días, o a más tardar el próximo año, tendrás de nuevo el polvorón y los turrones sobre la mesa. Intenta comer de manera consciente, saboreando cada bocado sin pensar en lo que comerás luego. Puedes aprovechar las vacaciones escolares para cocinar con los pequeños, buscar recetas divertidas y originales y pasar tiempo juntos haciendo algo diferente.
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Es frecuente que, durante estas fechas, evitemos hacer las cinco comidas pensando que así engordamos menos. Nunca llegues a la cena del 24 con varias horas de ayuno y un hambre voraz. Procura hacer hacer, por lo menos, las mismas comidas que haces un días cualquiera. Aprovecha para incluir más frutas y verduras y deja de lado los carbohidratos. La manera en la que cocines los alimentos influye no solo en las calorías, sino también en los daños colaterales como el posible aumento de colesterol malo, la retención de líquidos y las inflamaciones. Cocinar al horno o al vapor es preferible a sofreir o freír los alimentos.
Algunas propuestas saludables
Si eres la anfitriona, puedes elegir como primer plato, una sopa de calabaza o una ensalada especial, con alcaparras o granada que le den color y sabor por partes iguales. Las mezclas exóticas y los sabores inusuales despiertan un interés mayor en los comensales.
De segundo plato puedes aprovechar productos frescos y carnes magras, como el pavo, el pollo o el salmón. Si la cocción es al horno te llevará más tiempo pero ganarás en salud y, probablemente en sabor. Las verduras y hortalizas de estación marinadas o preparadas de una manera diferente a la habitual pueden convertirse en la guarnición perfecta.
Es probable que a donde vayas te regalen dulces, te ofrezcan roscón o panettone, evita comprar, salvo que lo creas imprescindible y prueba con recetas dulces más saludables como una fondue de chocolate y frutas.
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Si eres la invitada, hay una regla que nunca falla: comienza a comer tarde y termina temprano. Evita el picoteo, los entrantes vacíos en nutrientes pero com muchas calorías como los snacks, la bebidas azucaradas y todo lo que contenga grasa sólida, como la mantequilla, la nata o los aceites hidrogenados. Comienza tomando agua y alterna el alcohol con un vaso de agua, evita los zumos aunque sean naturales.
El día siguiente purifica el organismo
No importa cuánto hayas comido y bebido en nochebuena, aprovecha el día siguiente para restablecer los valores nutricionales de tu organismo. Combinarlo con caminatas o ejercicios de cardio ayudará a quitarte la sensación de pesadez.
En estos días es fácil caer en la idea de que no son fechas para hacer dieta o comer de manera saludable. Si lo piensas bien, es solo una excusa. La comida nunca debe ser parte del motivo para celebrar la Navidad. El espíritu de estas fechas no está en cuánto comemos sino en la compañía y los reencuentros.
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