El espíritu navideño está ya instalado y no habrá quien lo pare a partir de ahora. Festejos, comidas familiares, reuniones con amigos, cotillón de Año Nuevo roscón de Reyes… todo ello regado con un poco de espumoso y acompañado de copiosas mesas que nos invitan a pecar sin remedio. La Navidad tiene mucho de magia, un poco de exceso y también algún que otro falso mito que de año en año acaba siendo tema de debate entre la familia. Los expertos de IMF Business School han arrojado luz al asunto y estas son sus conclusiones:
La cabeza de las gambas
"En la cabeza de los mariscos hay colesterol y cadmio, un metal pesado que contamina los mares y se acumula en las vísceras de las cabezas de los crustáceos", aseguran. Además, según explican, las cabezas también acumulan sulfitos, que se añaden para prolongar su vida y mantenerlos frescos. Por tanto no, chupar la cabeza no es lo mejor de la gamba. Concretamente la noticia sobre el cadmio está de actualidad, después de hacerse público que en las cabezas de las gambas se almacenan unas cuatro veces más de cadmio que el resto del cuerpo; una ‘alerta’ que se extiende a otros crustáceos como langostinos o cigalas y que también afecta a la carne oscura del cuerpo, por ejemplo, de los cangrejos.
El jamón y su corteza
"Los expertos jamoneros aconsejan ponerle encima un paño o lonchas muy finas de tocino adheridas perfectamente a la superficie del corte, para evitar que se acabe resecando o enmoheciendo, y comerlo cuanto antes". De esta manera, la creencia popular de que la mejor manera de conservar el jamón es tapándolo con su propia corteza es falsa: "Esto no sirve ya que lo único que se consigue es que no se oxigene, y que su sabor cambie".
Las pepitas de las uvas
Tragarse las pepitas no solo no es malo sino que "las semillas de uva previenen enfermedades cardiovasculares y mejoran la circulación sanguínea; contienen vitaminas C y E, betacarotenos y polifenoles que, además de fortalecer el sistema inmunológico, previenen el envejecimiento prematuro gracias a su acción antioxidante".
Turrón sin azúcar
Un informe de la Organización de Consumidores alerta que el turrón sin azúcar tiene solo 54 calorías menos que un turrón tradicional. De hecho, al comparar uno con otro han visto cómo el turrón sin azúcar tienen una media de 4,5% más de grasa y solo un 11% menos de calorías. "Aunque contienen menos cantidad de azúcar, ni son menos calóricos ni contienen menos grasas". Otra cuestión bien diferente es que este tipo de turrones hayan permitido darse el capricho dulce navideño a personas que padecen diabetes.
El cava y la cuchara
Seguro que alguna vez te han recomendado meter una cuchara en la botella de espumoso para mantener la burbuja ¿verdad? Pues ahora sabes que no sirve para nada. Entre los argumentos que utilizan para apoyar esta peregrina idea, que no tiene base científica demostrada, es que mantendría el aire más frío y esto haría que las burbujas desaparecieran más lentamente.