El secreto para sentirse bien y ser más feliz es mejorar la autoestima
Si crees que tienes todo para ser feliz pero no te sientes bien, no te preocupes, puedes revertir esta situación mejorando tu autoestima.
La felicidad es un término muy acuñado pero poco descifrado. Ser feliz es un estado transitorio. Pertenece al grupo de las emociones y estas, como la ira, o la tristeza, no son eternas sino perecederas. Por lo tanto, los seres humanos no podemos ser felices en todo momento y durante toda la vida.
Si eres consciente de ello y de cómo gestionar tus emociones, te resultará más sencillo asimilar esos momentos en los que no te sientes a gusto con lo que te rodea. Que lo tengas todo, o al menos todo lo que necesitas, no está íntimamente relacionado con tu bienestar emocional.
Un visión positiva ante la vida ayuda a que los momentos de felicidad puedan ser más duraderos o prolongarse en el tiempo. Lo más importante es que reconozcas esa sensación y estés decidida a cambiarla. Cuanto más sepas de ti misma, más cerca estarás de dar el paso hacia una etapa en la que puedas sentirte plena.
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Lo soñado versus lo real
Muchas veces nos ponemos expectativas que están fuera de nuestro alcance y al no cumplirse de la manera que tenemos pensado, sentimos frustración, desazón o pena. Si tus objetivos son concretos y acordes a lo que tu puedes lograr, evitarás emociones negativas.
Las expectativas realistas sirven también de motor para que te mantengas en la búsqueda y realización de aquello que anhelas. Cuando algo en nuestra vida va mal solemos pensar que todo nos está saliendo así. Sin embargo, existen áreas vitales que, muchas veces, no están tan mal como crees. Tu parte profesional, la económica, la salud, la afectiva, la emocional y social son las áreas en las que dividimos la necesidad de ser feliz. Cuanto más satisfecha te sientas de cada una de ellas, más posibilidades de sentirte feliz.
Piensa con objetividad cuántas veces has tenido todas estas áreas perfectamente desarrolladas todas juntas, probablemente nunca o muy pocas veces. Nos exigimos demasiado ante nosotras mismas y ante los demás. Si detectas e identificas cuáles son los aspectos que te preocupan o te generan malestar, será más sencillo reafirmarse en que eres feliz en algunos aspectos, pero en otros no.
La gestión de las emociones ayuda a que estas no se entremezclan y no produzcan esa confusión generalizada en la que creer que no eres feliz es más sencillo que reconocer, que un poco si lo eres.
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Escribe sobre tu día
¿Recuerdas cuando eras una niña que escribía en su diario íntimo? Parecía que llevar la cuenta de lo que había ocurrido en el día era una manera de volver a vivirlo. Hacerlo ahora es tan positivo como eficaz. Puedes apuntar aquello que te ha puesto alegre durante el día, lo que ha emocionado, hecho reír o sorprendido. Es una forma de ser consciente de tu presente y de identificar cuáles son tus fortalezas y debilidades personales.
Al poner estas emociones sobre el papel notarás que el grado de intensidad cambia. Ocurre tanto con aquellas cosas bonitas como con las negativas. El paso del tiempo y de soporte, de tu mente a un cuaderno, ayuda que lo ocurrido se relativice.
No minimices tus sentimientos
Si no te sientes a gusto con la vida que estás llevando, no estás obligada a continuar. Eres la única persona que puede modificarla y hacer algo concreto para darle un giro que te permita sentirte feliz y contenta.
Disfruta de pequeños momentos, por más insignificantes que te parezcan, busca tiempo para estar sola y dedicarte a ti. Todas las actividades reflexivas que puedas sumar, como leer, meditar o caminar, colaboran en ese proceso de cambio y reencuentro personal. La confianza en ti misma y en tus motivaciones, harán que trabajes con más ahínco en conseguir tus metas. Recuerda que “nunca nada es tan malo como en verdad podría ser”.
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