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La distancia deja de ser un problema para convertirse en un aliado. Sentimos el mundo en nuestro teclado y eso da la sensación de estar al tanto de todo, en cualquier momento. Para muchos hombres, especialmente los que sienten miedo al compromiso afectivo, esta clase de relaciones les permite mantener sin cambios su rutina y sus tiempos.
Su pareja “virtual” puede estar tan presente en su vida como ausente. No importa la cantidad de mensajes que le envíe ni la cantidad de veces al día que hagan videoconferencias. Cuando el espacio físico está ausente, se produce una pareja muy conectada en lo digital pero poco en lo afectivo. En la rutina y la cotidianidad se descubre a la persona amada con su simpleza y sus contradicciones.
Ventajas de tener una relación a la distancia
Tener un vínculo así permite que, prácticamente, no se den explicaciones. Esto evita disgustos y discusiones. Cada persona imagina que su ser amado tiene un contexto determinado, un camino al trabajo, un tiempo en el bar y con la familia. Pero eso que se imagina por lo que le han contado no siempre es real, forma parte de algo natural en las personas que es la búsqueda de respuestas.
La distancia ofrece una libertad voraz para los fóbicos al compromiso. También es la manera de evitar preguntas incómodas y estar dentro de un espacio que, a cierta edad, parece vital. La proliferación de aplicaciones para encontrar pareja son el mejor ejemplo. Vivimos en una sociedad donde parece que si no se tiene una relación sentimental comprometida está faltando algo. Un vínculo en la lejanía es una forma de justificar socialmente que tienes una relación formal, que no buscas pareja pero tampoco compromiso.
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Poner en pausa la pasión
Si algo caracteriza el primer tiempo de una relación es la pasión física. Cómo se gestione ese deseo puede determinar si el vínculo crece y se afianza o no. Las relaciones a la distancia son frecuentes en la juventud, conoces a alguien un verano y mantienes ese romance todo lo que puedes, antes por carta, ahora por internet. Sin embargo, en la edad adulta, necesitamos esa pasión de la juventud pero con un contacto real y efectivo.
Si al comienzo de la relación, no se necesita de los besos, abrazos y caricias es probable que ese vínculo no sea más que una amistad muy fuerte, pero no amor de pareja.
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La confianza en la espera
Cuando se está enamorado sueles confianza en tu pareja de manera natural, por lo tanto, vivir lejos no debería enturbiar ese sentimiento. La fidelidad es una cuestión de propósito personal, pero cuantos más kilómetros haya de por medio más cerca se está de declinar en esa intención.
La falta de vida en común favorece que se conozcan personas en cualquier momento. las posibilidades de encontrar una persona que haga tambalear los sentimiento es tangible. La pérdida de la confianza es un síntoma de que la relación está resentida y probablemente transite su final.
La diferencia cultural
Si tu pareja, no solo vive fuera sino que también es de ese país, la diferencia cultural puede hacer mella en la relación. Eso que en un principio era la base de la atracción con el tiempo y sin el afecto de lo cotidiano se transforma en un obstáculo. El idioma, la diferencias de criterios, incluso algo tan sencillo como los juegos compartidos en la infancia o los personajes de referencia terminan por acrecentar la distancia.
Cuando se mantiene una relación de pareja a la distancia hay un momento en el que se debe confirmar si lo que existe entre ambos es verdadero amor. Dar paso a la segunda etapa, la convivencia, es necesaria. Una pareja que no tiene proyectos en común tiene los días contados. La rutina hace que dos personas se descubran con realidad y es la única forma de conocer los verdaderos sentimientos.
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