Los orientales, que pocas veces hacen gala de sus habilidades, tienen un método que utilizan para comenzar nuevas rutinas. Comienzan haciéndolo solo por dos minutos. A los días incorporan dos minutos más, y luego otros, así hasta que se sienten satisfechos del tiempo que han conseguido. Es un muy buen método para iniciarte en la meditación, evitar pensamientos negativos y lograr atención plena.
Si tu día comienza temprano, pon el despertador 10 minutos antes y medita. Un meditación profunda es capaz de cambiar tu percepción del día y del entorno. Evita hacerlo en la cama, porque tendrás más posibilidades de quedarte dormida. En ayunas, en un ambiente diferente al que has dormido, medita con la ayuda de música o velas.El estado mental en el que estás por las mañanas, apenas levantarte, es ideal para estas meditaciones cortas pero intensas. En tu cabeza hay menos ruido, menos sensación de problemas, por lo que estar presente en el aquí y ahora te resultará sencillo y le dará una intención especial a tu día.
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Dejar hábitos que perjudican tu salud
Beber en exceso, fumar, comer de manera desmedida juega siempre en contra de tu bienestar emocional. Eres la única que puede hacerse cargo de cambiar esta situación. Una buena manera de dejar ciertas costumbre perjudiciales es preguntarte por qué lo haces. Si antes de comer reflexionaras sobre los motivos que te llevan a abrir la nevera, descubrirás que lo haces por muchos motivos más que por hambre. Por ansiedad, porque te has enfadado, por frustración, por alegría, por cansancio, la lista es extensa. Lo mismo ocurre con cualquier rutina que, antes o después, te perjudique.
Puedes comenzar reflexionando sobre los hábitos que no te hacen bien, aquellas reacciones o pensamientos que te llevan a sitios que ya conoces y de los que no obtienes nada positivo. Vuelve consciente esas dudas e imagina qué sucedería si las eliminas o las cambias. Visualiza tu vida sin ellas y con ellas, luego elige qué quieres hacer.
Evita a las personas tóxicas
Proponerlo es sencillo pero no siempre es posible. Si la persona que, en lugar de aportar resta en tu vida, está claro que debes evitarla. ¿Pero cómo puedes hacer algo así si se trata de un compañero de trabajo o un familiar? Ignorándolos a ellos y sus comentarios. Cuentas con la ventaja de saber su punto de vista y su manera de actuar, por lo que si los evitas, esquivas sus conversaciones y dejas fluir el ego que te mantiene a la defensiva. Llegará el día que ni siquiera recuerdes el daño que te causaban, su presencia será invisible ante tus ojos.
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Conecta con tus sentimientos
Cuanto más consciente seas de tus emociones más sencillo te resultará salir de los enfados, la frustración o la soledad. Descubrir qué te ha llevado a ese malestar es el comienzo del cambio. Una técnica que funciona muy bien, es preguntarte si lo que te preocupa o angustia merece otro pensamiento. Acertarás con seguridad.
Di que no
Empieza por uno o dos no al día. Si detrás de cada sí hay una postergación personal no la pospongas ante el menor pedido. No se trata de ser egoísta o individualista se trata de hacer prioridades y ponerte entre una de ellas.
Sonríe, camina erguida y evita pensamiento críticos y negativos
Elige salir de casa de una forma optimista, si al principio estás desorientada, puedes imitar la manera en la se comportan las personas alegres. Descubre como controlan el tiempo, aunque el día tenga las mismas 24 horas que el tuyo. ¿Has reparado en la gente que el tiempo le alcanza para hacer tres o cuatro veces más que a otras? Optimiza tu tiempo, no lo pierdas en situaciones que no aporten nada positivo, ni siquiera negativo.
Cuando encuentres verdaderas motivaciones encontrarás el momento para hacerlo. Lee, cocina, nada, cualquier actividades que te genere placer dedícale, al menos, 15 minutos cada día. Con el paso del tiempo irás sumando momentos gratificantes casi sin darte cuenta.
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