Este viernes 29 de noviembre, justo un día después de la festividad de Acción de Gracias, se celebra en buena parte del mundo el conocido Black Friday (viernes negro). Una tradición heredada de los Estados Unidos en la que buena parte de los comercios ofrecen jugosas rebajas con las que empiezan a calentar motores de cara a las fiestas navideñas. Muchas personas encuentran en este día una oportunidad para comprar algunos de los regalos que piensan hacer a sus seres queridos en Navidad ahorrándose algo de dinero y consiguiendo que 'la cuesta de enero' se haga, valga la redundancia, menos 'cuesta arriba'.
Sin embargo, los atractivos descuentos que seguramente encuentres en tu tienda favorita también pueden llevarte a comprar compulsivamente y sin ningún tipo de sentido. Quizás pienses que es el momento adecuado para renovar tu armario o hacerte con las últimas tendencias a un precio irrisorio. No obstante, tanto el Black Friday como el Cyber Monday – que se celebra tan solo tres días después y en el que los descuentos están orientados a los productos electrónicos, este año será el 2 de diciembre- no son más que una potentísima estrategia de marketing que incitan al consumo y que nos llevan a pensar que, dada la inminente caducidad de la oferta, nos encontramos ante 'oportunidades únicas e irrepetibles'. Algo nada más lejos de la realidad, pues las verdaderas 'gangas' siempre llegan con las rebajas de enero y los descuentos de estos días no suelen pasar de un 20 o 30%.
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Falsa sensación de felicidad
La publicidad invasiva que encontramos de cara al 'viernes negro' suele generar una sensación de ansiedad y de ganas de comprar de forma impulsiva productos que no necesitamos. Las marcas juegan con nuestras emociones y nos hacen creer que realmente seremos más felices comprando con descuentos, algo que técnicamente es cierto, ya que en nuestro cerebro se produce una liberación de dopamina y endorfinas que nos producen una sensación de bienestar inmediato. Sin embargo, este placer que suele producir adquirir prendas, o cualquier otro tipo de objeto, a un precio inferior al marcado en la etiqueta es pasajero y, además poder jugar en nuestra contra y hacer que acabemos gastando un presupuesto que realmente no podemos permitirnos, puede estar supliendo algún tipo de carencia emocional que, de forma inconsciente, estamos tratando de solucionar a través de las compras.
Compra consciente
Sea como fuere, es probable que sí que encontremos ofertas interesantes en este día tan señalado, aunque en ese caso es fundamental comprar con cuidado y siempre marcarnos un límite de gasto para que después no llegue el arrepentimiento. Por otro lado, es necesario tener en cuenta que muchos comercios se aprovechan del incremento de consumo existente en este día para incrementar previamente – con apenas unos días o semanas de diferencia- los precios de sus productos y, llegado el día del Black Friday, en lugar de realizar una bajada de precios real, hacer falsos descuentos con el objetivo de venderlos a su precio original. Una realidad ante la que la OCU (Organización de Consumidores y Usuarios) denunciaba el año pasado después de comprobar que tan solo el 37% de los productos tuvieron una rebaja real.
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