Hasta dónde puede llegar a trastocar nuestra vida una fobia
No permitas que el temor incontrolado a ciertas situaciones intervenga en tu día a día y te aleje de tus seres queridos
Las fobias no son más que miedos o situaciones que no representan un peligro verdadero, en la mayoría de los casos. Quienes sufren este trastorno saben que están haciendo algo que, a vista de todos, podría parecer irracional pero no intentan cambiarlo.
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¿Qué diferencia hay entre una fobia y una manía?
La única persona que puede hacer un diagnóstico certero de estos trastornos es un psiquiatra. Según las definiciones más usadas una manía es una preocupación exagerada por algo. En ocasiones, quienes las padecen, son conscientes de que están ante una situación que no desencadenará consecuencias graves o negativas, sin embargo, no dejan de hacerlo.
Una fobia se representa como un temor que causa angustia ante un temor que se percibe como incontrolable. Las causas que provocan fobias son siempre psicológicas. Respuestas exageradas, absurdas y obsesivas ante un miedo irracional.
Los miedos infantiles no suelen ser fobias
La infancia y la adolescencia son las etapas más frecuentes en las que se desarrollan las fobias. Es probable que una situación traumática predisponga a un niño a desarrollar una o varias fobias. También interfiere en esta situación si los pequeños conviven con una persona fóbica puede suceder que imiten estas conductas y acaben por hacerlas propias.
Existen miedos infantiles como pueden ser el temor a la muerte o a la oscuridad que hacen que los niños actúen de manera desmedida o injustificada. En este caso no estamos en presencia de una fobia, sino de un rasgo propio de la conducta infantil. Estas situaciones se corresponden a un proceso evolutivo y no suelen prosperar en la edad adulta
Cuando algo nos produce miedo reaccionamos de manera espontánea, natural. No hay nada en estas respuestas que nos sitúe ante la existencia de una fobia porque el peligro es real y probable. Las fobias desarrollan respuestas hacia esos temores que no responden a conductas lógicas. No pisar las líneas de la acera, dar vueltas los papeles del suelo que están boca abajo, no usar un determinado color o no viajar en avión. Son miedos irracionales que impiden, a la persona que los padece, mantener una vida normal.
Las fobias no solo trastocan las rutinas personales sino que también interfieren en los vínculos familiares y las relaciones sociales. Suelen tener una estigmatización social que agudiza la conducta de la persona que la padece.
Las fobias generan un pensamiento distorsionado y desproporcionado ante esa situación incontrolable. A menudo, las personas que sufren este trastorno sienten que si no responden a ese temor algo malo les pasará.
Los síntomas de las fobias son psíquicos y también físicos como el sudor, la taquicardia, los escalofríos, los temblores y la respiración acelerada.
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La timidez no es una fobia
El temor a las reuniones sociales no siempre significa que estamos ante una fobia. En alguna medida, todos tenemos vergüenza ante algo. Esta situación está más relacionada con la autoestima y la inseguridad personal que con una fobia social.
La timidez es una manera de no sentirse cómodo en determinadas circunstancias o creer que no se está a la altura. Las fobias impiden reconocer esta situación, la bloquean y paralizan, generando un círculo negativo que termina por alejarla.
Una fobia puede llegar a reducir tanto la vida social que, la persona con este trastorno, no sienta ganas de salir de casa. Las oportunidades profesionales se reducen y las amistades se resienten. Para mantener una amistad es importante la aportación e iniciativa por partes iguales.
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Un trastorno que afecta más a las mujeres
Las fobias, según estudios recientes, se producen más en mujeres que en hombres. Aunque la diferencia entre ambos sexos no es considerable, sí resulta llamativo. Cuando las fobias interfieren en la vida y sus rutinas, las mujeres son más propensas a sentir una culpa profunda y desmedida por esta situación.
Sin importar el sexo, las personas con fobias suelen tener recaídas en el estado anímico, incluso llegando a la depresión o al consumo de sustancias de manera adictiva.
Las fobias pueden tratarse, disminuirse y hasta curarse, algunos libros de autoayuda pueden brindar información sobre el estado de desarrollo en el que se encuentra la fobia y su evolución. Es recomendable ponerse en manos de un profesional para garantizar los resultados.
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