Las consecuencias de dormir mal (y no solo es cansancio)
No siempre somos conscientes del riesgo para nuestra salud de dormir mal. Pensamos que la única consecuencia es el cansancio y las ojeras que sufrimos al día siguiente. Sin embargo, todo nuestro cuerpo se resiente. Y al cabo del tiempo podemos acabar sufriendo problemas graves de salud. Tal como nos recuerda el especialista en sueño Eduard Estivill, "el insomnio es uno de los trastornos más frecuentes que sufre la población y la gente que lo padece lo pasa verdaderamente mal", afirma el especialista. Tener una mala calidad del sueño, por ejemplo, es uno de los desencadenantes de las alteraciones del ánimo, además de otros problemas más graves.
Y es que el sueño cumple un papel muy importante en nuestro metabolismo, en nuestro sistema inmunológico, en el estado de ánimo, en la memoria, en el aprendizaje. Por lo que no dormir adecuadamente hace que surjan complicaciones endocrinas, metabólicas, psicológicas, inmunológicas, psicomotoras, además que cada vez más se considera el mal sueño como un desencadenante o riesgo para determinados trastornos neurológicos, como ictus, Parkinson, alzhéimer o diversas enfermedades neuromusculares.
En definitiva, "no dormir adecuadamente es un problema de salud”, alerta el doctor Carles Gaig Ventura, coordinador del Grupo de Estudio de Trastornos de la Vigilia y Sueño de la Sociedad Española de Neurología (SEN). “Pero, sin embargo, se tiende a banalizar muchas de las alteraciones o cambios que se pueden producir a lo largo de nuestra vida en los patrones de sueño, catalogándolos como normales o propios de la edad en la que se padecen, cuando la experiencia nos muestra que la gran mayoría de ellos responden a una causa concreta que puede ser tratada con un diagnóstico correcto”, sostiene carles Gaig, miembro de la SEN.
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Consecuencias del insomnio
La mayoría de las personas que duermen mal, se identificarán estos síntomas. Señales que pueden servir para sospechar que nuestro sueño no es lo suficientemente reparador y que sería conveniente consultar con el médico para que lo confirme:
1. Cansancio. Uno de los efectos más evidentes de la falta de sueño es la fatiga y los síntomas de agotamiento durante la jornada, incidiendo en una mayor dificultad para desempeñar las labores diarias.
2. Falta de concentración. Al hilo del punto anterior, un problema para conciliar y mantener un sueño de calidad redunda en dificultades para atender y concentrarse en lo necesario para el día a día.
3. Dificultades para pensar con claridad y tomar decisiones. Cuando no se descansa lo suficiente, la concentración, la agilidad mental, la capacidad de procesar la información y la toma de decisiones se ven afectadas.
4. Problemas de memoria. La falta de sueño también repercute directamente en la memoria, ya que durante la fase REM el cerebro procesa la información captada durante el día y ayuda a consolidarla y almacenarla debidamente. Si no se tiene un sueño reparador, estos datos no se reorganizan como deberían y algunos se olvidan.
5. Imposibilidad de manejar el estrés. El estrés y la ansiedad se convierten en desencadenante del insomnio y a su vez en una consecuencia del mismo. Una vez instaurados los problemas de insomnio, la falta de sueño produce en el organismo una reacción fisiológica que contribuye a aumentar los niveles de ansiedad y estrés, generando mayor alerta y activación y mayores dificultades para poder relajarse, y por tanto, dormirse.
6. Cambios en la percepción sensorial. No descansar adecuadamente puede causar cambios en la percepción sensorial de las personas, como la reducción del campo visual o la pérdida de sensibilidad ante señales emocionales, como pueden ser las expresiones faciales de alegría o tristeza.
7. Irritabilidad. Los cambios de personalidad también están ligados a los trastornos del sueño, por lo que puede complicar la esfera social del paciente.
8. Obesidad, diabetes, problemas cardiovasculares. Son algunas de las complicaciones más severas a las que se pueden enfrentar quienes padecen estas patologías. Por ejemplo, un problema que muchas personas desconocen es el riesgo al aumento de peso si se padecen trastornos del sueño. La obesidad es un factor de riesgo de desarrollar diabetes tipo 2. Y esta, a su vez, de tener problemas de corazón.
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Cómo tratar el insomnio
En primer lugar, hay que acudir al especialista si notamos que dormimos mal durante un periodo de tiempo largo. Mediante una prueba de sueño, puede diagnosticar cuál puede ser la causa del insomnio (si es por ansiedad o por otros problemas como el síndrome de piernas inquietas). "Hay más de 40 causas de insomnio, pero la más frecuente es el estrés y la tensión durante el día, con dificultad para desconectar en el momento de acostarnos", asegura el especialista en sueño Eduard Estivill.
Para tratarlo en estos casos, antes de recurrir a fármacos sintéticos, los expertos recomiendan utilizar tratamientos naturales que pueden ser de gran utilidad cuando la causa es el estrés. "La melatonina es un remedio muy eficaz y totalmente seguro, ya que existen multitud de estudios que lo avalan. Tambien las combinaciones de melatonina con otras plantas, como la valeriana o la pasiflora, pueden ayudar a que las personas que sufren este trastorno duerman mejor", señala.
Por ello, recuerda Estivill, lo más importante es entender que cada tipo de insomnio tiene una causa y, consecuentemente, no existe un fármaco o sustancia natural que solucione todos los casos. Hay que estudiar cada uno en particular e indicar el tratamiento más adecuado. "Algunas veces serán farmacos que precisan recetas (ansiolíticos, antidepresivos o inductores del sueño), pero la gran mayoría mejorarán con buenas rutinas", indica el especialista en sueño.
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Normas de higiene del sueño
En este sentido, Marta López Tomás, directora médica de Cigna España, indica que una buena rutina, por ejemplo, acostarse y levantarse a la misma hora, es esencial para dormir mejor. Asimismo, limitar el consumo de sustancias excitantes, o el uso de dispositivos electrónicos, no practicar ejercicio físico intenso en las dos horas previas a irse a dormir o cenar ligero incluyendo alimentos ricos en triptófano y omega 3 (pavo, pollo, pescado, huevo, frutos secos, semillas, por ejemplo) ayudan.
Contar con un colchón cómodo y ropa de cama agradable, dormir en una habitación silenciosa, oscura y a una temperatura ambiente adecuada (aproximadamente, unos 18º) contribuirán también a mejorar la higiene del sueño. Por último, las lámparas que utilicemos en casa o en la oficina influyen en la conciliación y el mantenimiento del sueño. "La luz debe ser fría por la mañana (azul) y naranja por la tarde (caliente), puesto que imita la natural", concluye Eduard Estivill.