Las frutas son llamativas, variadas, de distintos colores, fáciles de comer y necesarias para el correcto funcionamiento de nuestro organismo. Están repletas de nutrientes esenciales que nos ayudan a tener buena salud y todo lo que nos ofrecen son beneficios. Pero por alguna razón, consumimos menos fruta al día de la que deberíamos.
La mayoría de las frutas están compuestas en gran parte por agua y no aportan apenas calorías, por lo que son perfectas para cuidar nuestro peso. Pero, además, nos aportan numerosas vitaminas (principalmente vitamina C), tienen un gran poder antioxidante, fortalecen nuestras defensas, facilitan el drenaje de líquidos, nos hidratan y mejoran el funcionamiento del aparato digestivo gracias a su contenido en fibra. Ayudan a mantener el equilibrio de minerales en el organismo y nos aportan azúcares naturales que nos permiten mantener unos niveles de energía constante y sin picos de glucosa.
Nuestro cuerpo reacciona positivamente, de manera inmediata y con constancia, al consumo diario y variado de fruta. Y, del mismo modo, reacciona de manera negativa cuando hay carencia de fruta en él. La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda un consumo mínimo de 400 gramos al día de frutas y verduras para reducir el riesgo de padecer enfermedades no transmisibles, como las cardiopatías y algunos tipos de cáncer, y para mejorar nuestra salud en general.
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Qué me ocurre si no como fruta
La fructosa es el principal tipo de azúcar que contiene la fruta, que se caracteriza por tener menos calorías que el azúcar de caña y que eleva menos que esta los niveles de azúcar en sangre. La fruta es la mejor manera de tomar azúcar, porque cualquier otra forma nos aportará más calorías, puede causarnos picos de glucosa, y hacernos aumentar el consumo de edulcorantes artificiales, que alteran la microbiótica intestinal y facilitan el aumento de peso.
Un consumo deficiente de fruta también afecta al correcto funcionamiento del aparato digestivo. La fruta es rica en fibra insoluble, que evita problemas como el estreñimiento, la inflamación de los divertículos e, incluso, el cáncer de colon. También nos aportan fibra soluble, que ralentiza el funcionamiento del tránsito digestivo al alimentar la flora intestinal, evitando y frenando posibles episodios de diarrea.
Por otro lado, si no estamos comiendo fruta, quiere decir que en su lugar estamos comiendo otra cosa. Y lo más difícil es que si no comes fruta, comas verdura. Por lo que estarías alimentando a tu organismo con un exceso de otro tipo de nutrientes, mientras que otros, los que contienen las frutas, tendrían un déficit.
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Qué frutas debemos comer y cómo
Siempre que no tengas ninguna alergia ni intolerancia puedes comer cualquier tipo de fruta a cualquier hora del día. En lo que están de acuerdo todos lo nutricionistas es en que la fruta ha de comerse entera y con piel (siempre que la fruta lo permita). Es importante descartar los zumos, por muy naturales que sean, porque en su preparación desaparece toda la fibra, tanto soluble como insoluble, que la fruta nos aporta, y quedan los azúcares libres convirtiéndose en calorías innecesarias.
Por último, sí es preferible que, aunque puedas comer cualquier fruta, ya que todas son beneficiosas, elijas aquellas que sean de temporada y de un cultivo de proximidad. La variación estacional nos garantiza un aporte equilibrado de los nutrientes y estaremos contribuyendo a un consumo sostenible y respetuoso con el medio ambiente.
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