Únete al 'Slow Life' y mejora tu calidad de vida
Respirar hondo, reservar un tiempo para ti y redescubrir los placeres de la alimentación consciente son algunas de las formas que tenemos de hacerle frente a un modo de vida frenético que puede conducirnos al estrés.
Hasta hace muy poco tiempo estábamos sumergidos en la idea de que nuestra vida tenía que ser activa y dinámica, que un rasgo de valor era poder llegar a todo adaptándonos a los ritmos frenéticos impuestos (y autoimpuestos) en el día a día. Por suerte todo eso ha cambiado, y sin renunciar a todo aquello que queremos y debemos hacer, nos acercamos cada vez más al concepto de vivir de manera relajada, siendo plenamente conscientes de las acciones que realizamos en cada momento, para valorar qué es lo que nos hace sentir bien y valorar todo lo que tenemos y hacemos.
En eso se basan movimientos como el Slow Life, que no pretenden hacernos abandonar todo aquello que nos ocupa, sino que seamos capaces de incorporar a nuestra vida determinados gestos que hagan que mejore nuestra experiencia vital. Este concepto no es tan novedoso; ya en los años 80, en Italia, se empieza a promover un movimiento que quiere hacer frente a la idea de comida rápida que empezaba a extenderse como la pólvora y que parecía la respuesta a esas incipientes ganas de vivir de manera rápida y resolutiva, dejando a un lado el placer de cocinar con tiempo y calidad. Poco a poco se extendió a otros ámbitos hasta llegar a abarcar la vida en general en todos sus aspectos, con el objetivo de alejarnos del estrés y potenciar el disfrute por todo aquello que hagamos.
Practica el 'Slow Food'
Comer de manera consciente implica tanto la elección de qué alimentos vamos a consumir como el propio acto de comer. Practicar el Slow Food significa prestarle atención a la procedencia de las materias primas, a su calidad, y a la manera de cocinarlas. La intención de este movimiento es desde su inicio propiciar la comida casera, fresca y tranquila, frente a las industrial y rápida asociada al Fast Food.
Todo aquello que nos ofrece el comercio local y de temporada, como frutas y verduras, carnes procedentes de animales criados de manera respetuosa, o aquellos alimentos que no impliquen la sobreexplotación del suelo en el que se cultivan ni condiciones de trabajo denigrantes para los agricultores.
Si tomamos conciencia de la procedencia de cada alimento, a la hora de cocinar y de comer hemos de mantener la misma actitud, evitando las distracciones (como ver la tele o el móvil) para disfrutar de cada paso, de cada bocado, y sentirmos felices y plenos.
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Reserva un espacio de tiempo para no hacer nada
Es necesario huir de la idea de ocupar todo nuestro tiempo con actividades, ya sean productivas o de ocio. Y esto no significa que dejes de hacer todo aquello a lo que estás obligada de alguna manera o a los planes que te apetecen. Pero parar, aunque sea durante diez minutos al día para respirar, encontrarte contigo misma y no hacer nada, es una forma muy eficaz de rebajar los niveles de estrés acumulado y de poder escucharte y saber cómo estás.
Descubre el “do it yourself”
Aprender a hacer punto, apuntarte a un curso de cerámica o de restauración de muebles aporta a tu vida cosas tan valiosas como dedicar un tiempo a descubrir cómo puedes hacer cosas valiosas con tus propias manos, algo que produce un sensación única de disfrute, que además nos ayuda a concentrar la mente en una sola tarea, como si de un ejercicio de meditación se tratase. Además puedes revertir lo aprendido en tu propio beneficio y, de paso, hacer frente de manera efectiva al consumismo desbordante que impera en nuestra sociedad.
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