La vida diaria está plagada de momentos más o menos complicados que muchas veces no sabemos cómo gestionar. Nervios, estrés, discusiones, han pasado a formar parte de nuestro día a día y en ocasiones nos cuesta mucho encontrar la manera adecuada de afrontarlos. Hay situaciones en las que resulta más fácil evitar la confrontación y otras perdemos los nervios por miedo o temor a perder la razón. Sin embargo, es importante aprender a dar nuestras opiniones sin necesidad de iniciar un enfrentamiento o que ello signifique un motivo de disgusto para nosotros mismos, aunque no siempre es una tarea fácil.
¿Qué significa ser resiliente?
Ser resiliente no es otra cosa sino ser capaz de gestionar de manera adecuada los conflictos según aparezcan en nuestro camino, sin que nos generen malestar, dolor, ansiedad o estrés. La resiliencia es la capacidad con la que cuenta el ser humano para adaptarse y fortalecerse en situaciones de adversidad, de sobreponerse a los conflictos y tragedias de su vida. Una actitud resiliente nos ayuda a mantener una mente sana y equilibrada y potencia nuestra fortaleza interna de cara a los conflictos que puedan aparecer en el futuro. Sin embargo, al igual que otras habilidades, la resiliencia también puede entrenarse y no siempre es fácil hacerlo. La clave está en el pensamiento positivo, la voluntad de crecimiento respecto al futuro y la lucha frente a la adversidad y en contra de las actitudes derrotistas. A continuación presentamos algunos consejos que te ayudarán a ser más resiliente en tu día a día.
Una cuestión de confianza y trabajo diario
- Confía en ti mismo: Una de las cuestiones básicas para desarrollar una actitud resiliente es la confianza en uno mismo y en las propias creencias y valores. Es fundamental estar convencido de lo que uno piensa para así poder defenderlo frente a los demás con argumentos coherentes y siempre con una actitud de respeto.
- La importancia del entorno: Resulta innegable que nuestras circunstancias nos influyen, para bien o para mal. Por eso es importante buscar un entorno positivo, el que prime el optimismo y que no nos lastre.
- Mirando hacia el futuro: A veces somos muy reticentes hacia los cambios y pensamos que cualquier tiempo pasado fue mejor, pero no siempre tiene que ser así. Hay que pensar en el futuro con la mente abierta y no ser nuestros propios enemigos. -Cambios positivos: Muchas veces, cambiar de trabajo o de casa son inevitables, pero también pueden ser una oportunidad para explorar nuevas facetas de nuestra vida.
- Cuídate: Se nos ha inculcado que no hay que ser egoísta, pero es fundamental pensar en propio bienestar. Si tú no estás bien, no puedes ayudar a los demás. Por eso es fundamental que te dediques un tiempo para pensar en ti.
- Busca objetivos: Ponte metas y plazos razonables para cumplirlas. Es una manera muy práctica de ver cómo el esfuerzo obtiene su recompensa.
- Control de la frustración: Habrá ocasiones en las que te sientas superado por los nervios o la frustración, pero son cosas normales. Intenta ser justo contigo mismo y no te castigues. Es importante que aprendas a conocer tus reacciones, sentimientos y emociones y consigas un equilibrio entre ellas que te ayude a crecer como persona.