Querer y que nos quieran forma parte de nuestra condición humana. Nacemos y somos queridos, y crecemos queriendo de diferentes maneras. Es algo tan inherente a nosotros que cuesta creer que no sepamos hacerlo bien, pero en ocasiones es así.
Aprender a detectar si no sabemos querer de manera saludable es algo que podemos llegar a descubrir por nosotros mismos con el paso del tiempo y con las experiencias acumuladas. Y, además, es algo a lo que podemos poner remedio.
Las razones por las que no conseguimos querer bien pueden ser muy diferentes, y en ocasiones es posible que queramos buscar la ayuda de un profesional que nos facilite el camino para aprender a disfrutar del amor en todas sus formas y con total plenitud. Pero también hay formas de avanzar por nuestra cuenta si sabemos identificar qué es aquello que nos falta por descubrir de nosotros mismos para lograrlo.
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Por qué es importante querer de manera sana
No podemos elegir a quién queremos. Querer o enamorarnos es algo que nos ocurre y, en principio, no deberíamos negarnos estos sentimientos, ni cualquier otro que nos pase por dentro. Pero, independientemente de eso, sí podemos elegir a quién queremos tener cerca y ofrecerle nuestra manera de querer, y también a quién es mejor mantener alejado de nuestra vida, ya sea por nuestro bien, por el de la otra persona o por el de ambos.
Cuando hemos elegido querer bien, lo sabremos porque estaremos siendo fieles a nosotros mismos; esa relación, del tipo que sea, nos hará sentir bien; y siempre nos hará mejores personas, sacando aquellas cosas buenas que están en nosotros y que también nos definen.
Es cierto que en ocasiones es complicado poner el foco sobre nuestra propia vida y analizar con objetividad nuestras relaciones, y llegamos a pensar que querer mucho es querer bien aunque esto no tenga por qué ser así, y que estemos dejando a un lado la calidad de nuestra forma de querer.
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Cómo querer de manera saludable
El primer paso, que seguro que ya te suena, es absolutamente imprescindible, y es aprender a quererte a ti mismo, saber valorarte por todas las cosas buenas que tienes, sin plantearte que cómo es posible que alguien pueda quererte a pesar de que, según lo que tú crees, no te lo mereces. Quererse a uno mismo no es siempre una tarea fácil, pero es necesario para que nuestras relaciones afectivas con otras personas sean sanas y no estén basadas, por ejemplo, en la dependencia emocional. Querer no implica sufrir, y mucho menos sufrir porque no nos creemos merecedores del amor que otros sienten por nosotros.
El otro punto imprescindible en cualquier relación saludable es el respeto mutuo. No puede existir la desigualdad de ningún tipo en los niveles de respeto entre dos personas, y mucho menos entre dos personas que se quieren. Es cierto que toda relación hay que limar asperezas, ceder y encontrar puntos de encuentro, pero esto nunca, bajo ningún concepto, puede pasar por la pérdida del respeto mutuo.
Para lograrlo hemos de volver al primer punto: si te valoras a ti mismo, pedirás que la otra persona te acepte tal y como eres, que es lo mismo que deberás hacer tú en reciprocidad. Y eso implica puntos de vista, espacios propios, opiniones…
En resumen, querer bien se sustenta en el amor hacia uno mismo y en el respeto hacia la persona que tenemos enfrente. A partir de ahí, y solo desde esas premisas, lograremos que nuestras relaciones afectivas sean beneficiosas y saludables para las dos personas implicadas.
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