Es difícil no pasar por ahí en algún momento: pagar la cuota de un gimnasio con todas las ganas y con todo el convencimiento de que íbamos a conseguir hacer deporte de manera definitiva, y no pisarlo más de una o dos veces por una infinidad de motivos.
Pero tarde o temprano tenemos que afrontar la realidad: es necesario hacer deporte. Y entonces volvemos con todas nuestras buenas intenciones a pagar una cuota que no vamos a aprovechar. Por eso ha llegado la hora de que afrontes qué es lo que te impide atravesar la puerta del gimnasio una y otra vez, para poder empezar a cuidarte como te mereces.
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Ten claro qué es lo que te motiva
Llega un momento en la vida en el que sabemos que tenemos que empezar a hacer deporte y que no podemos fallar. Es una cuestión vital para nuestra salud y cada día que pasa sin poner el cuerpo en movimiento juega en nuestra contra. Podría decirse que se trata de una obligación, algo que no está nada mal como impulso para apuntarnos al gimnasio, porque sabemos que es una necesidad que requiere de una actitud responsable por nuestra parte.
Pero sentir que únicamente es una obligación puede hacer que nos resulte menos apetecible de lo que debería el hecho de ir a entrenar, por eso es necesario para que no decaiga nuestro ánimo encontrar qué es lo que verdaderamente nos puede motivar a hacer deporte: elige las clases colectivas que más te gusten, hazte con ropa deportiva que te haga sentir bien, apúntate con una amiga o con algún compañero de trabajo...
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Si tu excusa es la falta de tiempo, ya no es un problema
La falta de tiempo es una de las principales razones de que no pisemos el gimnasio, y si es tu caso seguramente no es algo que te inventes para no hacer deporte. Vivimos en una sociedad en la que el estrés y los horarios ajustados marcan nuestro día a día. Pero los gimnasios ya han recogido esta realidad, por no hablar de lo que ha evolucionado el mundo del fitness en los últimos años, de tal manera que la falta de tiempo ya no es una excusa. En casi cualquier gimnasio es posible encontrar clases de menos de una hora, entrenamientos breves e intensos como el HIIT que te permiten ponerte en forma en poco tiempo. Y, además, debido a la intensidad, vemos los resultados en poco tiempo y salimos de cada sesión con la sensación de habernos esforzado al máximo.
Acorta las distancias
No necesitas el mejor gimnasio, sino el que esté más cerca de tu casa. O de tu trabajo si puedes aprovechar el descanso del mediodía para entrenar. Si te inscribes en uno porque tiene piscina y spa, pero está a más de 15 minutos de tu casa o de tu trabajo seguramente hayas tirado el dinero. Póntelo fácil, porque cada día que vayas al gimnasio hasta que hayas adquirido el hábito de hacerlo te va a suponer un gran esfuerzo, y la mayoría de centros cuentan con la equipación suficiente y las clases colectivas necesarias para que no tengas la necesidad de complicarte la vida.
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