El dolor es algo muy subjetivo. Existen diferentes tipos de dolor y cada persona lo vive de forma diferente. Algunas son más tolerantes a él y otras capaces de acostumbrarse y convivir con el problema. No obstante, aprender a vivir con dolores no es fácil, especialmente cuando este se ha convertido en un problema crónico. En España, alrededor de un 15% de la población padece dolores de caracter crónico, es decir, aquellos que se mantienen y no remiten con el tiempo, algo que puede acabar afectándonos en otros ámbitos de la vida. No solo a nivel personal, donde el estado anímico y emocional puede verse seriamente afectado, sino también en lo referente a las relaciones sociales que mantenemos con nuestro entorno más cercano o también en lo que respecta al plano laboral. En este sentido la psicología juega un papel muy importante, ya que puede ayudarte a seguir delante de la forma menos traumática posible.
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Ansiedad, miedo y depresión
Aprender a manejar y controlar las emociones es fundamental para todo el mundo, aunque para las personas que padecen dolor crónico es especialmente importante, pues continuamente deben enfrentarse a momentos bastante desagradables, acompañado en numerosas ocasiones de distintas alteraciones en el estado de ánimo. Esta bajada de ánimo puede llevar a las personas a padecer problemas y cuadros de ansiedad, miedo y depresión importantes. Además, estos cuadros clínicos puramente psicológicos tienden a aumentar y a magnificarse cuando se sufre un repunte de dolor, mientras que si actúa de forma positiva o calmada es más fácil que la sensación de dolor disminuya.
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Terapia
Todos estos problemas mal gestionados suelen verse traducidos en el consumo de numerosos fármacos antidepresivos y ansiolíticos, además de la medicación específica para mitigar el dolor. Y, aunque en muchos casos la medicación es inevitable, los expertos deben intentar ayudar a los pacientes a afrontar su problema a través de la terapia conductual y cognitiva, donde se tratará de bloquear y eliminar los pensamientos negativos y construir un camino positivo, constructivista y optimista; algo fundamental para que el dolor no acabe repercutiendo en la salud mental del paciente. En este tipo de terapias el objetivo principal es ofrecer las herramientas necesarias para que el paciente mejore sus habilidades y, de esta manera, afronte de forma saludable sus problemas y conflictos mientras permite reconocer y modificar patrones de pensamiento disfuncionales para que dejen de afectar de manera negativa a la conducta.
Evidentemente el dolor no desaparece, sin embargo, aprender a aceptar la condición crónica y que el problema no se convierta en algo autodestructivo es primordial, como lo es que el paciente no se ponga a sí mismo límites que le puedan bloquear a nivel funcional y que estos acaben repercutiendo en los distintos campos de su vida.
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