Hasta hace poco parecía que cuando alguien te contaba que su perro tenía estrés se trataba de un intento del dueño de humanizar a su mascota, pero que lo último que esta podía tener era eso, estrés. Pero lo cierto es que los animales domésticos también se estresan por muy diversas razones: un viaje, la llegada de un nuevo miembro al hogar o visitar al veterinario son algunas de las situaciones que pueden alterar la estabilidad de nuestra mascota, aunque esto no tenga que ocurrir necesariamente.
El estrés en los perros provoca una reacción negativa en su cuerpo que va a depender de sus necesidades, del ambiente y de otros factores que tengan que ver con su vida y su rutina.
Si atendemos a los síntomas que te detallamos a continuación y pensamos que nuestro perro puede estar pasando por un periodo de estrés lo más recomendable es acudir a un especialista antes de que la situación empeore, además de seguir unas pauta básicas en casa que le ayudarán a mejorar su situación.
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Cómo detectar que mi perro tiene estrés
La mayoría de las veces un perro se estresa por no haber aprendido a socializar bien, tanto con personas como con otras mascotas, lo que le convierte en un animal tímido y asustadizo. Pero también puede haber desarrollado una fobia tras sufrir una mala experiencia, o sencillamente no tener cubiertas sus necesidades básicas como es pasear todo lo que necesita.
Cuando nuestro perro está estresado sufre alteraciones físicas y de comportamiento que nos pueden ayudar a detectarlo con cierta facilidad. Por eso, y por otras razones que afectan a su salud, siempre es recomendable estar atentos a los cambios inusuales que se produzcan en nuestros animales.
Los cambios físicos que pueden apreciarse en un perro con estrés incluyen la pérdida de pelo, alteraciones en el apetito, bostezos, jadeos, lamerse los labios o auto-asearse de manera excesiva. Pero son los cambios en el comportamiento quizás los más evidentes, porque ahí es donde el estrés se hace más visible.
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Al igual que nos ocurre a los humanos, el estrés puede llevar a tu mascota a una clara apatía o a un exceso de actividad que la haga incansable.
En esta línea también puede desarrollar las llamadas estereotipias, que son movimientos o conductas sin función alguna que se repiten sin fin, como ponerse a dar vueltas sobre sí mismos sin parar.
También puede darse una actitud agresiva, tanto con otros animales como con otras personas, además de un comportamiento destructivo que le haga destrozar muebles y objetos que encuentre por la casas. Aunque, del mismo modo, el estrés puede manifestarse a través del miedo a diferentes situaciones y encuentros, que le harán gimotear, querer huir o meter el rabo entre las piernas.
Qué puedo hacer para ayudar a mi perro
Lo más importante es no castigar, bajo ningún concepto, a tu perro si está pasando por un episodio de estrés, porque este solo hará que aumentar y empeorar. Acude a un especialista que te ayude a establecer unas pautas de comportamiento para acabar con el malestar de tu mascota y, mientras, cuida bien de ella en casa.
Evita cualquier actitud agresiva y busca su tranquilidad, sin forzarle a vivir situaciones que no quiere, como relacionarse con otros perros. Pasea con él al menos una hora al día y permítele olisquear y moverse lo más libremente posible utilizando una correa larga. Ofrécele contacto físico mediante caricias o masajes suaves, y no dudes en utilizar el refuerzo positivo, por ejemplo con chuches para perro, cada vez que tenga un buen comportamiento.
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