Cómo saber renunciar a las metas que nos habíamos marcado
Es muy importante fijarse metas que nos ayuden a crecer y a marcarnos objetivos en la vida. Pero también es muy necesario saber cuándo hay que parar y renunciar a ellas.
La vida, en ocasiones, parecer estar llena de contradicciones. Por un lado aprendemos que es fundamental que nos marquemos metas que alcanzar en cualquier campo de la vida (profesional, personal, sentimental, material…). Sin objetivos no hay resultados, y la forma de alcanzarlos es con constancia y paciencia, pero nunca renunciando.
La palabra renuncia, a día de hoy, se sigue viendo de manera negativa, como un paso atrás en la vida. Pero renunciar, cuando se hace con toda la intención y es fruto de una decisión honesta con nosotros mismos, puede convertirse en el verdadero camino para alcanzar nuestras metas.
Tener metas es importante, aunque renuncies a ellas
Organizar nuestra vida en función de las metas que nos marcamos es algo muy necesario y positivo. Tener un rumbo hacia el que dirigirnos le da sentido a nuestras acciones diarias y nos ayuda a clarificar qué queremos porque, aunque parezca obvio, muchas veces no sabemos qué es lo que buscamos en la vida.
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De hecho, una de las mejores formas de conocer cuáles son nuestras metas es escribirlas, haciendo el esfuerzo de clarificar nuestras ideas y descubriendo con qué objetivos nos sentimos identificados. Además, es una forma de visualizar un posible futuro que nos motive a actuar para conseguirlo.
Por otro lado, las metas no suelen ser deseos de mejora aislados que una vez conseguidos se cierran con un check, como si tacháramos los alimentos de la lista de la compra que ya están en el carro. Cada meta es una puerta a descubrir otras nuevas, a visualizar nuevas oportunidades que se abren camino en tu vida y a decidir cuáles te ayudan a seguir en el camino que deseas y cuáles no. Y, por descontado, cada meta conseguida habrá implicado un recorrido y un esfuerzo que te habrá hecho más fuerte y resiliente.
Aún así, con todo lo importante y necesario que es marcarse metas y luchar por conseguirlas, siempre estás a tiempo de renunciar a ellas.
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El valor de la renuncia
Existen numerosos motivos para renunciar a una meta, por mucho que anhelásemos alcanzarla. Que hayamos decidido hacia qué meta nos dirigimos no significa, ni mucho menos, que sea la que más nos conviene. También es posible que se trate de una meta que se escapa a nuestras posibilidades, porque no siempre basta con querer algo para poder conseguirlo. En ocasiones la meta puede ser la adecuada, pero no el camino que hemos tomado para alcanzarla. A veces, sencillamente, se dan cambios involuntarios en nuestra vida que hacen que una meta que veíamos muy clara y necesaria deje de ser importante, y sea el momento de buscar nuevas metas.
En cualquiera de estos casos,y en otros muchos que van a depender de cada persona, una renuncia a tiempo siempre será un éxito, no un fracaso. Empeñarnos en conseguir algo que ya no nos beneficia, que incluso puede perjudicarnos y que nos hacer perder tiempo y energía, es una decisión errónea y no un ejemplo de constancia. Una cosa es superar obstáculos, y otra darse de cara todo el rato contra la misma pared o caminar dentro de un laberinto sin salida.
Asumir que algo ha cambiado o que no es para nosotros, y permitirmos dar un paso atrás para encontrar un nuevo rumbo es un acto de valentía y autoconocimiento que nos hace más fuertes y, seguramente, más felices.
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