Ser resiliente te ayudará a tomar mejores decisiones
Resiliencia y toma de decisiones son dos conceptos íntimamente ligados, que te permitirán superar cualquier obstáculo
La vida es una sucesión constante de decisiones y según la que tomemos estaremos optando por un camino o por otro. Tomamos decisiones sin darnos cuenta, cada día, en cada paso, pero también nos enfrentamos a otras que nos generan angustia e incertidumbre, por ser importantes y decisivas para nuestro futuro. Y otras ni siquiera las tomamos, por miedo a tener que decidir, por dejadez o falta de fuerza de voluntad, postergando el conflicto que nos supone ponernos firmes para afrontar una determinada meta con todas nuestras fuerzas.
Si buscas ser resiliente, es decir, tener capacidad para enfrentarte a las adversidades y superarlas con éxito, es imprescindible que tengas habilidad de tomar decisiones; de reflexionar, evaluar y escoger, con la mente abierta a las transformaciones. Por otro lado, para tomar buenas decisiones, una de las herramientas que más te va a ayudar es la resiliencia. Uno sin otro no se entiende.
La capacidad de resiliencia nos ayuda a evaluar alternativas y ser flexible ante los cambios. Implica canalizar la energía hacia delante, hacia la superación, sin detenerse en las lamentaciones. Por ese motivo, es una gran habilidad en la toma de decisiones, pues evita los impulsos y siempre tiene la vista puesta a futuro. Además, permite aprender de las elecciones, sean acertadas o no.
Cuando uno se enfrenta a las adversidades, tarde o temprano experimenta emociones negativas o que generan malestar. Los obstáculos nos exponen a esos sentimientos y la resiliencia nos ayuda a escucharlos y a dejarlos atrás. Es una perspectiva que entiende la vida como algo en lo que nada es permanente, ni las emociones ni las situaciones. Todo está en constante cambio y ser parte del cambio nos ayuda a desarrollarnos y a encontrar nuevas oportunidades.
Estrés, azúcar y toma de decisiones
Enfrentarte a una decisión suele generar estrés, sobre todo si esta es determinante en un momento clave de nuestra vida. Sin embargo, los mecanismos que nuestro cuerpo activa en situaciones estresantes no favorecen este proceso de reflexión. La corteza prefrontal de nuestro cerebro no trabaja al cien por cien y es precisamente la encargada de la visión de futuro y la toma decisiones. Es resultado suele ser más impulsivo del deseado. Tener habilidades resilientes nos ayudan a manejar los momentos de estrés y evitar que este acabe por manejarnos a nosotros.
Como dato curioso, algo parecido ocurre con respecto a los niveles de glucosa en sangre. Científicos de la Universidad de Sur de Dakota concluyeron en un estudio publicado en la revista Psychological Science que la cantidad de azúcar que tenemos en nuestro cuerpo incide directamente en las decisiones que tomamos en ese justo instante. La falta de azúcar alerta al cuerpo de una inminente crisis calórica y eso nos predispone a pensar únicamente en presente, dejando de lado el futuro. Por el contrario, si tenemos altos niveles glucosa en sangre, nuestras elecciones son menos precipitadas.