Atrás quedaron los tabúes. Ir a terapia psicológica hoy día no es algo visto con recelo, ni siquiera algo a lo que tengas que recurrir solo si tienes un gran problema que eres incapaz de resolver. Es una herramienta que te ayuda a crecer como persona, autoconocerte y mejorar tus relaciones con el entorno en todas sus facetas, desde la social a la laboral. La mente, nuestro inconsciente, nuestras emociones… trabajar los diferentes estadios de lo que somos nos hará mejores y facilitará en camino hacia el bienestar. Un camino en el que el psicoterapeuta es una figura clave para guiar tus pasos. Sin embargo, son muchas y muy diferentes las corrientes terapéuticas a las que puedes acceder y conocerlas te servirá para saber cuál de ellas se ajusta más a tus objetivos.
Psicoanálisis
La terapia psicoanalista está sustentada en los principios de Sigmund Freud y se basa en encontrar explicación a los comportamientos humados a través de rescatar los conflictos que tienen su origen en la niñez. Trabaja sobre el instinto, los impulsos, en aquello que ha sido reprimido y que permanece oculto a la consciencia. Una de las técnicas que emplea es la llamada 'asociación libre', por la cual el paciente dedica las sesiones a expresar sus sentimientos, pensamientos, ideas, imágenes o recuerdos, tal y como vengan, sin necesidad de coherencia ni filtro. El terapeuta, que suele permaneces a la espalda del paciente, una vez expresado detecta dónde puede estar el conflicto.
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Cognitivo-conductual
Esta corriente explora cómo los pensamientos y las creencias aprendidas tienen una respuesta emocional y de comportamiento. Bebe de la psicología cognitiva y de la conductual y agrupa técnicas cuyo objetivo es dar herramientas para que el paciente mejore sus habilidades y, de esta manera, afronte de forma saludable sus problemas y conflictos. Te permite reconocer y modificar patrones de pensamiento disfuncionales para que dejen de afectar de manera negativa a la conducta. El terapeuta detecta el origen responsable y establece una serie de técnicas dirigidas a romper esa cadena, como es el trabajo en habilidades sociales. Se trata de una corriente mucho más directiva.
Gestalt
La terapia gestáltica es una subcorriente de la familia de las humanistas, conocidas como la tercera ola de la psicología. Identifica a la persona como un ser consciente y en constante desarrollo y el principal objetivo es la autorrealización. Sobre esa base, la terapia Gestalt utiliza técnicas experienciales donde la creatividad juega un papel importante. Atiende al momento presente, a la conciencia de las emociones y del cuerpo, entendido todo como algo indisoluble. El paciente explora en sus necesidades, se plantea preguntas, aprende a escuchar su voz corporal, a no reprimir sus emociones. Vive y explora soluciones nuevas sin la mano directiva del terapeuta que actúa más como un acompañante de confianza.
Sistémica
Entiende a la persona como parte de un sistema de relaciones, en las que interactúa, se comunica y convive. Es una corriente adecuada para tratar a parejas o familias, por ejemplo, aunque también a sujetos individuales, siempre desde una perspectiva de relación. Busca el equilibrio de sistemas, entender los comportamientos de la persona en función del entorno y reajustar las dinámicas para resolver las disfunciones. Los trastornos de conducta alimentaria, las adiciones o los problemas de relaciones dentro del seno de un grupo son casos en los que esta corriente puede ser de especial utilidad.