Cómo pueden afectar los roles sociales a tu autoestima

Los roles son los diferentes papeles que se nos adjudican dentro de la sociedad, y en ocasiones pueden entrar en conflicto con quienes realmente somos.

Por Cristina Soria

Todos ejercemos un papel (o varios) dentro de la sociedad que se denomina rol. Nuestro rol determina qué conductas y actividades se esperan de nosotros dentro de un entorno social determinado, y esto ocurre dentro de cualquier grupo. Es decir, desempeñamos un rol determinado dentro de nuestro grupo de amigos, dentro de la familia (uno dentro de la familia de la que procedemos y otro en la familia que hayamos formado después), en nuestro entorno de trabajo, etc. 

Nuestro rol puede variar según el entorno en el que nos movamos, podemos ser diferentes personas y no dejar de ser la misma, muchas veces en función de cuánto nos conozcamos y de nuestro nivel de autoestima.

¿Nuestro rol nace o se hace?

No nacemos con un rol determinado, sino que se va conformando según un entorno determinado y las tareas que nos corresponden dentro de él, y se adapta a quiénes somos. Parte de lo que los demás esperan de nosotros en ese contexto, pero esas expectativas han de adaptarse a nosotros mismos más allá de las exigencias que los otros. 

Dado que la asignación del rol es algo social y se impone antes que la personalidad del individuo al que se le asigna, algunos especialistas afirman de que el rol es la prueba de que somos seres sociales que nos definimos no por lo que somos, sino por lo que somos dentro de cada grupo determinado de la sociedad. Además, para descubrir cuál es nuestro rol es necesario que interactuemos en un proceso de socialización en el que no solo nos van a definir a nosotros, sino que nosotros también ayudaremos a definir los roles de los demás.

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Cuando el rol entra en conflicto con nosotros

Si hacemos un ejercicio de memoria seguro que podemos encontrar algún momento de nuestra vida en el que no nos hayamos sentido capaces de hacer lo que se esperaba de nosotros, seguramente porque el rol asignado y las expectativas que generaba entraban en conflicto con nuestra capacidad de respuesta. Y es posible que la sensación de no poder dar a los demás aquello que esperan de nosotros nos causara alguna crisis de autoestima, porque a veces es difícil diferenciar si nos han cargado con una forma de actuar que sencillamente no nos correspondía, o si no hemos sabido estar a la altura de las circunstancias.

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Pero pueden surgir otros problemas con los roles, como que nos adjudiquen uno demasiado pobre cuando sabemos que tenemos mucho más que ofrecer al grupo. La sensación de que no se nos valora todo lo que merecemos también puede afectar a nuestra autoestima, hacernos sentir mal y causarnos frustración.

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A veces los diferentes roles que se nos asignan entran en conflicto entre sí, y sentimos que uno de los dos está sobrando, pero no lo tenemos tan claro, como cuando tenemos que combinar el trabajo con la maternidad o seguir estudiando cuando nos han ofrecido un puesto de bacario en una empresa.

Otro de los problemas viene cuando no está claro el rol que se nos ha asignado, lo que nos provoca dudas a la hora de saber cómo debemos comportarnos. Si no tenemos claro cuál es nuestro papel dentro de un grupo, no sabremos qué tenemos que hacer, algo que también puede afectar a nuestra autoestima. 

Para construir nuestro propio rol debemos estar muy seguros de nosotros mismos, saber que todo rol evoluciona a nuestro paso y que nada de lo que hagamos debe hacernos sentir que excedemos nuestros límites, o que traicionamos a nuestros ideales, y así evitarnos los malestares y conflictos que pueden acarrear la adjudicación de roles.

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