Con el otoño a la vuelta de la esquina y tras los excesos del verano, a muchos les entran las prisas por perder peso de forma rápida. Pero para adelgazar de forma efectiva y que el cambio sea duradero, no todo vale. Es muy común que, a menudo, al comer menos y tras un éxito pasajero, se vuelva a engordar. Y es que la clave de la cuestión está ahí: si quieres sumergirte en una dieta efectiva que desemboque en unos buenos resultados y no ponga en riesgo tu salud, hay que comer “menos”, sí, pero tan importante o más resulta comer “mejor”.
En principio, la fórmula no tiene muchos secretos. En teoría, basta con reducir la ingesta calórica y aumentar el gasto energético. Es decir, ajustar la dieta dando prioridad a los alimentos frescos, sobre todo de origen vegetal o por raciones más pequeñas, incrementando, al mismo tiempo, el ejercicio físico. En resumen, la clave es sencilla: comer mejor y moverse más. Pero cambiar hábitos alimentarios, comprar alimentos frescos y cocinarlos de forma sana, es una tarea que a muchos les cuesta llevar a cabo, y recurren a otras soluciones más rápidas y sencillas, como los sustitutivos de comida, que, a priori, aunque aportan todo lo necesario para adelgazar asegurando en cada comida un aporte de nutrientes, hay que tener cuidado con abusar de ellos.
Composición de las barritas: dulces por un tubo
Los análisis que hemos llevado a cabo en la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), revelan que todas las marcas tienen largas listas de ingredientes, así que vamos a poner el foco en los tres componentes principales: el azúcar o el jarabe de glucosa (un azúcar de absorción rápida) son el primer ingrediente en dos de las barritas analizadas y el segundo en otras cuatro. Cuando los azúcares no van en primer lugar, van las proteínas lácteas (más baratas que otras), salvo en un solo caso del análisis, donde el chocolate negro es el número uno. El podio lo completan, según la marca, las proteínas de soja, el chocolate (unas veces negro, otras con leche y otras en forma de cacao mezclado con grasa vegetal o manteca de cacao), así como la fibra, el jarabe de sorbitol o el gluten. A esta mezcla se añaden múltiples aditivos para lograr la consistencia deseada, así como un cóctel de vitaminas y minerales que la norma exige para que los sustitutos no causen desequilibrios. Un dato importante: en una degustación que realizamos de estos productos, las más ricas son las que tienen más azúcar o más grasas; es decir aquellas con una composición nutricional nada saludable.
¿Dónde está el problema?
Aunque lo cierto es que las barritas cumplen con lo que la legislación les exige (en el caso del contenido energético establece que una comida de sustitución debe aportar entre 200 y 250 kcal), el problema es que la norma es poco exigente y pone límites básicamente cuantitativos, pero no cualitativos, dejando al criterio del fabricante algunos parámetros importantes: la sal, la composición de la grasa y los azúcares. Con la sal, no hay problema, ninguno se pasa.
En cuanto a la calidad de la grasa, es bastante pobre y la mayor parte de los productos tienen una presencia de grasa saturada (la más perjudicial para la salud cardiovascular), que en OCU juzgamos excesiva. De los hidratos de carbono, la norma no dice nada, pero aportan por término medio el 43 % de la energía de las barritas y, además, el 64 % son azúcares simples, que no son precisamente los más recomendados para una alimentación sana en general y mucho menos para una dieta de adelgazamiento.
Recurrir a las barritas sin supervisión médica, una mala idea
Convertir una parte de tus comidas en un alimento súper procesado, con una importante cantidad de azúcares simples, que basa su eficacia y su escaso aporte energético sobre todo en el pequeño tamaño de la ración (entre 60 y 88 g), no es recomendable. Mantener un peso saludable es el reflejo de una alimentación saludable. Lograrla exige cierto aprendizaje y esfuerzo durante un tiempo, pero una vez que se aprende y se practica lo suficiente, acaba convirtiéndose en algo natural.
Las barritas tomadas en ocasiones puntuales no suponen ningún riesgo y tampoco lo son cuando el médico las prescribe dentro de un programa estructurado, especialmente si añade pautas de ejercicio y reeducación alimentaria. Pero recurrir a ellas por sistema y sin supervisión es una mala idea. De hecho, en OCU creemos que su uso debería estar mejor regulado y que, como poco, deberían dar una información más detallada para tomarlas sin riesgos y no caer en la fantasía de adelgazar comiendo chocolate.