La respiración es una función biológica de los seres vivos por la que se absorbe oxígeno, disuelto en aire o agua, y se expulsa dióxido de carbono. La inmensa mayoría de las personas realizamos de forma inconsciente esta acción, que es necesaria para mantener las funciones vitales (todas las células del organismo necesitan oxígeno para funcionar), y pocas veces nos paramos a pensar si lo hacemos correctamente o no. Sin embargo, respirar es mucho más que llenar de aire los pulmones. Su función no es únicamente fisiológica; una buena oxigenación es sinónimo de salud tanto física como mental y clave para el bienestar.
No realizar de forma correcta está acción 'mecánica' puede provocar fatiga crónica, enfermedades digestivas, mayor riesgo de accidentes cardiovasculares, tensión acumulada en cuello y hombros o falta de concentración y pérdida de la memoria. Afortunadamente, podemos aprender a respirar de nuevo y hacerlo de forma correcta para evitar estas consecuencias negativas a mediano y largo plazo, además de disfrutar de un buen nivel de energía y un correcto suministro de oxígeno.
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Respiración consciente y emociones
Al respirar correctamente, ganamos vitalidad. Mejorar la respiración beneficia al corazón y a las células y, por consiguiente, obtenemos más energía. Además, según una investigación llevada a cabo por la Facultad de Medicina de la Universidad de Toho (Japón), inspirar profundamente contribuye a un estado de calma, por lo que la respiración está estrechamiento ligada con nuestras emociones. En este sentido, entra en juego el concepto de 'respiración consciente', la pieza clave para el control de cuerpo y mente. Se trata de una forma de centrar la atención total sobre el proceso de inhalar y exhalar aire.
La técnica es, a priori, sencilla y consiste en realizar más lentos los movimientos de respiración y comenzar a llenar los pulmones hacia su zona más profunda. A esto se le conoce como 'respiración diafragmática'. Si eres principiante, coloca una mano sobre tu pecho, a la altura de los pulmones, y otra sobre tu abdomen. A continuación, inhala sintiendo que el aire hincha tu vientre en lugar de llegar solo a la parte superior del pecho. Las manos serán las que indicarán el progreso.
Beneficios de una correcta oxigenación
- Control emocional: Tenemos que respirar pensando en esa acción que estamos realizando, controlando el ritmo y profundidad. Esto ayuda a la mente a centrarse en el propio cuerpo y olvidar los pensamientos negativos. Comprobarás como el estrés y la ansiedad se reducen notablemente
- Concentración: Al centrarnos en la respiración, nuestra mente se estará entrenando para poder prestar toda su atención a una acción por vez cada vez que sea necesario
- Relajación muscular: Al realizar más lentos los movimientos de respiración, el llenado de los pulmones permite disminuir la velocidad de los latidos y, con ello, desestresar los músculos
- Eliminación de toxinas: Al mejorar nuestra oxigenación, el oxígeno que llega a nuestros órganos es intercambiado por las sustancias toxicas que no necesitamos. Además, mejora la circulación y favorece la digestión regular
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