Discutir, discutir, discutir. Algunas parejas parece que le cogen el gusto a convertir la casa -o cualquier lugar- en una batalla campal. Sin embargo, tras la discusión, ninguno se postula como vencedor y tampoco se llega a solucionar el problema. Es más, no es raro que aparezca una sensación de amargura o de culpabilidad. Surge también la duda de si sirve de algo 'guerrear' tanto. ¿No valdría más la pena comunicarse con respeto y asertividad? Para saber cómo hacerlo y cómo podemos aprender a discutir de forma constructiva, hablamos con la psicóloga Lourdes Pajarón, que nos da algunas claves que nos ayudarán a comunicarnos mejor y a resolver los posibles problemas de pareja.
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¿Por qué discutimos tanto?
Las parejas con frecuencia transmiten que discuten por cuestiones sin importancia. Una vez que reflexionan, y escuchan el punto de vista del otro, pueden entender mejor qué les ha sucedido y por qué se han sentido mal. En ocasiones, el detonante no es relevante pero sí las emociones que se han movilizado.
Disentir, polemizar, intercambiar opiniones puede resultar muy constructivo. Discutir no tanto. Cuando hay situaciones que son motivo de discusión habitual conviene procurar acercar puntos de vista y llegar a acuerdos.
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¿Cuáles son los temas por los que más discutimos?
Son muchos los ámbitos que habitualmente se comparten: el trato con las respectivas familias, las tareas del hogar, la educación de los hijos, los amigos, y el ocio en común, los proyectos de futuro, la economía... Por tanto, es de esperar que haya roces. Pero lo importante es cómo se afrontan.
Cuando hay discusiones frecuentes cada uno ve con más claridad lo que el otro hace "mal", que los errores propios. Es preciso parar, escuchar, e intentar ponerse en su lugar. A todos nos cuesta mucho, sobre todo, si estamos en medio de un intercambio de reproches que se repite y parece interminable. Echar en cara cosas solo sirve para que el otro se ponga a la defensiva, por eso, hay que intentar concretar el problema y hablar sobre cómo nos sentimos. Puede que seamos especialmente sensibles a algún tema en particular, y nuestra pareja deba de ser especialmente cuidadosa al respecto, o que se esté produciendo un malentendido. Hay que entender que la vida en pareja es un proceso de conocimiento mutuo. En todos los sentidos.
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¿Cómo podemos aprender a escuchar y cómo comunicarnos para ser escuchados?
Si alguien no nos escucha hay que dejar de hablar, y esperar a que vuelva a centrarse en la conversación, o dejarlo para otro momento. Si insistimos resulta contraproducente.
En caso de que haya distractores que dificultan la comunicación, como la televisión o el móvil, hay que retirarlos. A veces, es mejor tener una cita y salir de casa para charlar de forma más libre y estar más receptivos y centrados.
Hay que intentar que la comunicación sea rica y variada, interesarse por el otro y hablar de temas que trasciendan lo cotidiano. Esto facilita la escucha mutua.
¿Y si perdemos la paciencia?
Entonces podemos contar hasta 10 o 100 si hace falta. Pero es mejor hacer una pausa y dar tregua a tu pareja sin que haya un portazo de por medio. Puedes decir que estás demasiado tensa para seguir hablando y que te vas a dar una vuelta. Que él o ella sepan que no abandonas, que necesitas un receso y la conversación seguirá cuando te calmes.
Es mejor si hay un acuerdo previo respecto a hacerlo de esta forma, pues la reacción del otro puede ser intentar resolver el conflicto como sea en ese momento y el resultado de esto una escalada aversiva. En terapia el psicólogo lo organiza. Una pareja con poco conflicto también puede hacerlo sin necesidad de ayuda.
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¿Hay un mejor momento para discutir?
Buscar el momento oportuno es clave. Por ejemplo, no es posible pensar bien cuando estamos dolidos o enfadados y podemos decir cosas que no proceden. Una buena conversación, en un momento de calma, centrados en la búsqueda de soluciones, puede suponer cambios y evolución en el proyecto en común.
En conclusión, estas son las claves para discutir de forma constructiva:
- Abrir la mente más allá de nuestra propia interpretación, dar entrada a otros puntos de vista.
- Conocer nuestros puntos sensibles y los de nuestra pareja.
- Escuchar y dar señales de escucha, atender, interesarse, preguntar. No dar por supuesto ni "adivinar el pensamiento".
- Ser concretos al hablar de lo que nos molesta. No hacer reproches, expresar lo que sentimos.
- Pasar a la acción, buscar juntos soluciones. En esta fase, dejar a un lado las emociones y trabajar como un equipo.
- En la pareja sana funciona la reciprocidad. Tu dedicación al proyecto de pareja seguro que tiene fruto aunque no sea evidente o inmediato.
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