Desde hace unos años los alimentos ultraprocesados están en el punto de mira y, pese a la información cada vez mayor sobre los efectos negativos de este tipo de productos en nuestra salud, lo cierto es que su consumo sigue estando en aumento en países como el nuestro. Las consecuencias directas de una mala alimentación que incluye un gran número de ultraprocesados están directamente relacionadas con el aumento de determinado tipo de enfermedades, como la obesidad o el desarrollo cada vez mayor de la diabetes tipo 2, especialmente entre la población infantil.
Es cierto que cada vez disponemos de más información especializada que nos ayuda a distinguir los buenos alimentos de los que no lo son, y crecen movimientos como el realfooding que promulgan una alimentación libre de alimentos ultraprocesados. Pero esto no es suficiente porque a diario recibimos, a través de diferentes vías, una publicidad perfectamente cuidada y dirigida al consumidor que nos hace comer lo que no debemos, mientras pensamos que hacemos lo correcto.
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Los niños, los grandes perjudicados
Se ha comprobado que los más perjudicados por este tipo de publicidad son los niños. Tanto los padres como sus hijos han caído de manera visible en las garras de gigante publicitario, logrando que se llenen las despensas de miles de hogares con productos ricos en grasas trans y saturadas, mucho azúcar y exceso de sal. Lo preocupante es que, además del terrible efecto que tienen sobre la salud de los menores, estos productos se consumen con el total convencimiento de que son realmente saludables.
Por un lado los niños no son capaces, a menos que les eduquemos para ello, de saber qué necesitan para estar bien alimentados. Atienden a la sensación de hambre y al placer que obtienen a través de su paladar, y los productos ultraprocesados están concebidos para hacerse con el trono del sabor. Por el otro, lo esperable es que demanden en casa la compra cuyo envase sea más atractivo para ellos y les transporte a su mundo de dibujos animados, el mismo que ven en la tele cada día, como galletas, batidos o bizcochos de todo tipo.
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La nueva publicidad: 'influencers' y redes sociales
La televisión ya no es lo que era. Y si bien aún hay una gran parte de la población que la consume de manera habitual y recibe a través de ella publicidad de todo tipo, son las redes sociales las que han logrado un alcance masivo de audiencia, capitaneado por los famosos influencers. Son nuestros hijos a través de Youtube, o nosotros mismos cuando revisamos Instagram, los que nos dejamos arrastrar por esos personajes tan atractivos que nos recomiendan todo tipo de yogures y cereales repletos de azúcares mientras les vemos lucir tipazo al borde de la piscina. Y no caemos, la mayoría de las veces, en la cuenta de que solo se trata de una estrategia de marketing de las grandes empresas y de un modo de recibir ingresos para los profesionales de las redes. Nosotros solo somos los receptores de un mundo de fantasía que, si intentamos hacerlo realidad, supone un gran perjuicio para nuestra salud.
Mientras no cambie la regulación en nuestro país, y sigamos la línea de países como Portugal, que ya ha prohibido la publicidad dirigida a menores de alimentos insanos, la única forma de salir del círculo de una mala alimentación es buscando información de calidad y aprendiendo, por ejemplo, a leer de manera efectiva el etiquetado de los productos que entran en nuestras casas.
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