Psicología

Claves para proyectar cambios en tu vida y no sucumbir en el intento

Si crees que necesitas de forma urgente un nuevo empujón a tu vida, es probable que estés olvidando que tú misma eres la responsable de dártelo. No pierdas un minuto de tu tiempo y proyecta cómo quieres verte de aquí a un año.

Por Cristina Soria

La vida de cualquier persona nunca permanece estable. Aunque no lo percibamos de forma clara o pensemos que nunca varía ningún aspecto de nuestra cotidianidad, lo cierto es que aunque sea a nivel anímico, las erosión hace mella en tu forma de entender el entorno, y cada día eres más feliz y estás más triste porque todo te repercute, y esto a su vez te hace tomar decisiones.

El “timeline” de la vida de una persona en ocasiones es como el movimiento del planeta, no se ve, pero ocurre, y es un giro cíclico que produce grandes cambios radicales (noche-día, verano-invierno) pero que por vivir estos cambios desde dentro del planeta, no somos plenamente conscientes de que ocurren hasta que, pasado el tiempo, echamos la vista atrás.

Por eso, en ocasiones necesitamos proyectar para poder imprimir acción a nuestra existencia. La proyección es un mecanismo de planificación y provisión emocional que nos permite situarnos en un boceto de cómo será nuestra vida si tomamos una serie de decisiones, y de esta forma podemos comparar el antes y el después. Porque resulta muy difícil conducir y reconducir nuestras vidas cuando los pequeños problemas diarios nos absorben el tiempo y las energías y cuando no parece evidente dónde está la “puerta de salida” para escapar de la rutina y comenzar una nueva fase vital.

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Proyecta, sueña despierta, planifica

Borra la pizarra de tu rutina y empieza de nuevo. Sé sincera contigo misma, no tengas vergüenza de plantear ideas imaginativas. Y, sobre todo, recuerda que la única vida de la que tenemos certeza es la que estamos viviendo, y el tiempo vuela.

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Planifica cuál podría ser tu destino, como si te dispusieras a maniobrar un gran buque en el océano ¿hacia dónde plantearías el rumbo? ¿cómo deseas verte de aquí a un año? Muchos de los cambios más importantes de tu vida no llegarán a ti por casualidad ni te verás empujada a ellos sin más, porque existen muchos destinos vitales que necesitas prefijar para poder dirigirte a ellos. ¿Has pensado de las oportunidades que podrías estar perdiendo por no proyectar cuál podría ser tu futuro si tomaras un papel activo? Todos los días zarpan oportunidades a tu alrededor.

Empieza por objetivos a corto plazo

El movimiento se demuestra andando, pero ir pasito a pasito siempre ha sido un consejo revelador. Plantéate cambios muy a corto plazo, y ten en cuenta cuál es tu forma de ser. Si eres una persona nerviosa y caótica, debes incluir esta actitud en todo aquello que planifiques, porque prefijar un destino no significa que vayas a actuar de forma distinta a como eres en realidad. 

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Por ese motivo, escuchar a tu forma de ser, tener el pulso emocional de quién y cómo eres, y marcarte pequeños objetivos a corto plazo es fundamental para que la proyección de quién deseas ser en un futuro cercano se consume.

Busca compañeros de viaje

Cuando creemos que nuestra vida no puede moverse de donde está y asumimos que los cambios se mueven tan lentos que parecen losas, recuerda que a esta aventura no tienes porqué acudir sola. Busca personas de tu entorno que puedan compartir tus objetivos vitales, y trata de enamorar con tu propuesta.

Esto tiene un doble objetivo. Si eres capaz de convencer a alguien de que te diriges a un destino prometedor, beneficioso y factible, significa que no estás fuera de órbita y que las ideas que planteas no solo son realizables, sino que tu ilusión está justificada. Así aunque nadie se sume, puedes comprobar si llevas buen rumbo. Pero, además, si logras que tu reto sea adoptado por otras personas, podrás beneficiarte de su énfasis, ideas, enfoques y energía.

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