Así podría ser el gimnasio 'inteligente' del futuro

Cada sesión que realizamos en el gimnasio es una batalla ganada dentro de una guerra infinita. Sin embargo, la tecnología podrá cambiar esta percepción en muy poco tiempo, haciendo que nuestro paso por el gimnasio sea mucho más divertido y que los resultados se noten antes y mejor.

por Cristina Soria

El primer gimnasio del mundo moderno fue inaugurado en Estocolmo en el año 1890 y fue una invención de Gustav Zander, un médico que desarrolló hasta 100 mecanismos para hacer ejercicio que hoy se consideran las máquinas antecesoras de todas las que disponemos en nuestros gimnasios contemporáneos, tales como bicicletas estáticas, elípticas, máquinas de abdominales y escaladores.

Durante más de un siglo, los gimnasios no se han diferenciado demasiado de este invento sueco. Han sido lugares con máquinas y pesas que ayudan a focalizar la actividad física, a crear dinámicas sin tener que cambiar de espacio físico y donde los amantes del fitness se congregaban para mantener sus buenos propósitos. Sin embargo, el futuro ya está aquí y nos promete algo muy diferente.

Porque todas las facetas de nuestra vida que se nutren de datos y a las que les beneficia la individualización son susceptibles de mejoras, gracias a la tecnología se pueden conseguir unos avances radicales en el aprovechamiento de los recursos, nuestro tiempo y esfuerzo. Los gimnasios pueden convertirse en un traje a medida para nuestras necesidades, y en muy poco tiempo evolucionar y transformarse en algo que dejaría nuestro gimnasio actual a la altura de cualquier centro deportivo del siglo XIX.

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Seguimiento individualizado

Cómo mejorar nuestro estado físico y sacar provecho al esfuerzo que realizamos en el gimnasio no es tan fácil como mirarnos en un espejo y elegir qué ejercicio hacer en función de lo que queremos mejorar. Es un cúmulo de datos que pueden culminar en un proceso personalizado: cuál es nuestra dieta, cómo funciona nuestro metabolismo, qué ejercicio hacemos fuera del gimnasio, cuál es nuestra historia deportiva anterior, qué lesiones tenemos, cuál es nuestro descanso general y cuál ha sido el de esta noche, cuál es nuestro nivel de colesterol, glucosa, frecuencia cardiaca e incluso si nos estamos recuperando de una gripe, una indigestión o estamos bajo los efectos de la astenia primaveral. 

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Toda nuestra huella física son datos que pueden ser recogidos y almacenados mediante aplicaciones y sensores y posteriormente evaluarse con algoritmos. No sólo el móvil o el smartwatch realizan una contabilidad de los pasos que damos fuera del gimnasio, sino que existen prendas de ropa con sensores que pueden recopilar esta información y se cree que en un futuro cercano tendremos chips fácilmente adaptables a nuestro cuerpo que realicen esta evaluación y nos alerten sobre nuestras condiciones de salud y marquen hitos a completar para mejorarlas.

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Información, motivación y resultados

Ir al gimnasio es una decisión personal que requiere de mucha fuerza de voluntad, que nos roba tiempo y que necesita de se vea compensada nuestra inversión con resultados palpables y visibles. El gimnasio del futuro utilizará sistemas de realidad inmersivas para motivarnos, y hacer del propio ejercicio físico un entretenimiento mucho más allá de tener un monitor frente a la bicicleta estática donde ver la televisión. Se tratarán de actividades en clave de videojuego o de entorno en tres dimensiones que se adaptarán a nuestros gustos y facilitarán que el tiempo en el que estemos realizando ejercicio sea un espacio ganado para la mente, para hacer que los minutos pasen volando.

Además, los sensores y la evaluación algorítmica de los datos que se recopilan fuera y dentro del gimnasio llevarán una contabilidad estricta de si estamos realizando el ejercicio de forma correcta o si está existiendo cualquier tipo de disfunción entre el esfuerzo invertido y el resultado. ¿Y si llevaras toda la vida haciendo el ejercicio a medio gas, con una postura no del todo correcta y sin una progresión de peso favorecedora? Los sistemas inteligentes pueden detectar estos errores de forma inmersiva, no solo observacional como haría un entrenador personal, y atajarlos incluyendo esta información en tu recorrido.

Y gracias a este tipo de gimnasios digitales, el ejercicio va contigo a donde quiera que vayas. Inscribirse en un centro ya no será pagar una cuota y luego “desaparecer” por pereza: las aplicaciones te acompañarán, te recordarán los progresos que puedes dar y la necesidad de seguir con tu entrenamiento y, para los días en los que te sea imposible desplazarte, te ayudarán a recrear un entorno de entrenamiento allá donde estés, gracias a la realidad virtual y a consejos prácticos diseñados exclusivamente para ti.

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