La contaminación acústica se ha convertido en la principal causa de la mayoría de los trastornos auditivos. Sin embargo, son muchas las personas que no son realmente conscientes de las consecuencias de estar sometidos a altos niveles de ruido. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el 50% de los adolescentes y jóvenes de 12 a 35 años están expuestos a niveles perjudiciales de ruido por el uso de aparatos de audio personales y que alrededor del 40% están expuestos a niveles de ruido potencialmente nocivos en lugares de ocio. Uno de los sitios preferidos de las personas para la diversión son las discotecas, salas repletas de altavoces en los que la música es la protagonista. Los expertos consideran que el nivel más alto permisible de exposición al ruido es de 85 decibelios (dB) durante un máximo de 8 horas y, sin embargo, en estos lugares el sonido suele alcanzar los 100 dB, unos niveles que únicamente se podrá escuchar sin riesgo durante 15 minutos al día.
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Silencio en la pista
Si se prolongan en el tiempo, estas altas cifras pueden provocar problemas para la salud como pérdida de audición o hipertensión. Afortunadamente, un importante número de personas se están percatando de las consecuencias de los excesivos ruidos nocturnos y están buscando nuevas fórmulas para combatir la contaminación acústica, sin tener que renunciar al ocio y la diversión. Una de ellas son las discotecas silenciosas, locales en los que los asistentes bailan mientras escuchan la música a través de auriculares inalámbricos. El funcionamiento es sencillo. En vez de utilizar los altavoces de las discotecas convencionales, la música se reproduce mediante un transmisor de ondas de radio cuya señal llega a los auriculares que llevan los que se encuentran en la sala. Es decir, si alguien se quita los auriculares, verá un recinto repleto de 'fiesteros' bailando en silencio.
Aunque este concepto se está instaurando paulatinamente, algunos espacios populares en la noche ya pueden presumir de ser silenciosos. Es el caso de la sala Piccadilly, donde proponen disfrutar de una experiencia discotequera totalmente diferente. Esta silent disco, ubicada en el barrio de moda de Valencia, Ruzafa, sigue el mismo protocolo que un local nocturno habitual. El cliente se apunta a una lista previa o se hace con un flyer para poder acceder al recinto y, una vez dentro, puede elegir en que sala bailar y saltar: una con música habitual o a la silent room. Tal y como explica el gerente de la discoteca, Alberto Flores, a la agencia EFE, aquellos que necesiten auriculares para disfrutar de esta experiencia pueden adquirir unos en la entrada. Los cascos se entregan a modo de fianza y devuelven al finalizar la noche.
Los auriculares cuentan con tres colores distintos y cada uno de ellos representa un estilo musical. Así, el usuario puede elegir qué música le apetece escuchar y, además, tiene la opción de ajustar el volumen y tener la oportunidad de disfrutar del silencio cuando le apetezca. Aunque este novedoso concepto de ocio aún no es muy popular en nuestro país, está pisando con fuerza en otros puntos como Los Ángeles (Estados Unidos).
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