De forma consciente o inconsciente, la razón por la que hacemos amistad con otras personas tiene que ver con el grado en el que nos hacen sentir bien. Cuando sentimos cierto parecido de criterios, empatía o alegría en la otra persona, deseamos que salte la chispa y que la relación de amistad prospere.
Los amigos son aquellas personas que elegimos y que nos ayudan a ser quienes realmente queremos ser, sacando lo mejor de nosotros para fuera y ayudándonos a minimizar nuestros miedos o complejos.
Sin embargo, no siempre elegimos a quién tenemos al lado, ni todas las amistades son personas que hemos podido seleccionar objetivamente, ni todo aquel con quien pasamos tiempo pasaría una criba si pudiéramos hacerle un repaso de jurado digno de talent show. Familia de sangre, familia política, compañeros de trabajo, compañeros del gimnasio, vecinos o amigos de amigos con los que al final nos relacionamos. En todas las relaciones a las que acabamos de referirnos hay infinitas opciones de que nos ataquen vampiros emocionales.
Qué es un vampiro emocional
Ya es sobradamente conocido el término, porque resulta hasta divertido imaginar cómo nos chupan la energía, cual Drácula. Sin embargo, estar junto a ellos mucho tiempo no tiene nada de divertido, sino todo lo contrario. Los vampiros emocionales son personas que absorben todas nuestras ganas de superar barreras, nuestra esperanza en que se puede confiar en el prójimo, el optimismo por un futuro mejor e incluso la salud.
Está demostrado que una misma persona animada con frases positivas sobre sus actitudes conseguirá más y mejores metas que si se le desanima con ideas despreciativas. A esto simplemente se le llama motivación, y cuando disponemos del nivel suficiente esto es lo que nos hace levantarnos por la mañana y afrontar el día y sus problemas. En cambio, cuando estamos muy por debajo no somos capaces ni de ponernos la ropa por la mañana.
Los vampiros emocionales absorben toda tu motivación y te contagian de negatividad. De la misma forma que los vampiros de la Transilvania de Bram Stoker se nutren de sangre y esta les sirve para seguir “vivos”, los vampiros emocionales también realizan esta estrategia en su beneficio. Sea consciente o inconscientemente, los vampiros emocionales están buscando reafirmación, atención, reconocimiento y conflicto.
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Rasgos propios de un vampiro emocional
Lo más destacado que caracteriza a este tipo de personas es su falta total de empatía hacia los demás. Y todo el acopio de esa empatía que no gastan, lo utilizan en sí mismas. Para ellos sus problemas son auténticos problemas, no los de los demás. Y de la misma forma, sus logros son auténticos logros, no los de los demás. No son capaces de ponerse en el lugar de los otros y entender por qué hacen las cosas, ni cuáles son sus dificultades y sus necesidades.
Esta falta de empatía hace surgir la crítica, generalizada y descontrolada hacia todo lo que para otros supone un problema o una alegría. Aquello que a otros les supone una dificultad, es según los vampiros emocionales una absoluta tontería que no son lo suficientemente inteligentes de salvar. Y el motivo de alegría de los demás no tiene ningún valor, y realmente ni siquiera se lo merecen.
Según el vampiro emocional todo va mal, nada funciona, todo el mundo se aprovecha y echa a perder las cosas, y si algo puede ir a peor, irá a peor sin duda. Esto produce una conversación monótona y cíclica en la que cualquier noticia es escudriñada para darle la vuelta, y convertir al vampiro emocional en el protagonista, porque él sabe más sobre el tema o porque él se ve afectado de forma muy negativa por aquello de lo que se habla.
El daño que puede hacerte
La autoestima es como una luz mágica, que mientras está activa parece que siempre existió y que es imposible de extinguir. Y, sin embargo, cuando la luz desaparece volver a invocar y permitir que se perpetúe es una misión completamente irreal. Un buen nivel de autoestima hace moverse tu vida, permite que seas feliz y que te relaciones con los demás con plenitud.
Los vampiros emocionales atacan directamente tu autoestima, te hacen sentir pequeño ante los males, impotente para cambiar las cosas, inactivo y poco a apoyado por los demás.
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Protégete con ajos emocionales
Criticar es muy fácil, y es incluso divertido. Decir que todo está mal, y que los culpables de todos los problemas son los demás también es extremadamente fácil. Pero no caigas en ello, si sigues el ritmo del vampiro emocional, aunque solo sea por no entrar en polémica, estarás comenzando a contagiarte con su negatividad y podrías, en muy poco tiempo, convertirte en otro vampiro.
Tómate muy en serio analizar qué tipo de relación os une, si realmente te compensa y qué puedes hacer para mejorarla o neutralizarla. Si el vampiro es un familiar o un compañero de trabajo muy cercano, es probable que tus posibilidades de acción sean muy pocas, pero si el vampiro emocional descubre que contigo no puede, que siempre le respondes con una explicación positiva, que no logra que aceptes sus críticas a diestro y siniestro, es muy probable que contigo deje de actuar y se comporte de manera más neutra.
Busca introducir a otras personas en tus conversaciones con el vampiro emocional, no te enfrentes en solitario. Procura que sean poco dados a la crítica y que sean empáticos. Busca la suma de otras personas contraria a la negatividad y atrae al vampiro hacia la luz.
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