Uno de los grandes obstáculos que existen a la hora de plantearse emprender un negocio es el apartado financiero. No nos engañemos, podemos tener ideas, de pequeños proyectos o ambiciosos negocios, pero sin dinero para ponerlos en marcha no tenemos nada. Sin embargo, ¿quién nos dice que no lo podamos conseguir? Si confías en que lo que tienes en mente merece realmente la pena, lucha por conseguir sacarlo adelante. Bien es cierto que cada proyecto exige una serie de necesidades y puede que no sea imprescindible recurrir a capital inversor; lo importante para empezar es que analices todo y lo pongas negro sobre blanco en un plan de empresa, donde se recoja, detalladamente, cuánta inyección necesita tu negocio para despegar.
Sobre financiación hemos charlado con Manuel Escourido, docente del Máster oficial online en Dirección y Planificación financiera de la Escuela de Negocios y Dirección (www.escueladenegociosydireccion.com), que nos ha detallado, paso a paso, el camino a seguir si eres emprendedora. "El primer paso es la evaluación de las posibilidades de aportación de financiación por parte de los propios emprendedores. Suelen significar el 85-87% de la financiación del proyecto en su fase temprana (no solo aportación de capital sino también tiempo y horas de trabajo). Este tipo de financiación propia, que depende de la aversión al riesgo del emprendedor, transmite a buena señal hacia los inversores y financiadores externos; si el equipo emprendedor arriesga su patrimonio es una señal de confianza en el proyecto", nos cuenta el experto.
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En segundo lugar, agotados los recursos propios, se recurre a las 3 F’s, Familiy, Friends and Fools, "una inversión más emocional que profesional, rápida, con exigencias muy laxas (en plazos, rendimientos…) y que, a modo de aval, transmite confianza a los inversores externos". En este punto también puede resultar interesante el recurso de ayudas y subvenciones públicas que fomentan el emprendimiento, apunta Manuel.
Superadas estas fases, "si tengo medios para aportar garantías, lo más fácil es recurrir a la financiación bancaria". Entre las ventajas, nos explica, destaca que el proceso es más rápido, menos costoso y no requiere cesión de poder. Con respecto a los bancos, también puedes informarte de productos específicos para emprendedores, programas públicos como ICO o ENISA, concursos de ideas o sobre las posibilidades que ofrece la banca ética, centrada en proyectos que generen un valor social o medioambiental.
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Una vez el proyecto se encuentre en una fase más avanzada, entran en juego otras figuras y modelos que pueden ser interesantes. Por ejemplo, recurrir a business angels que, "a cambio de una participación en el capital, aportan las 4Cs (Capital, Conocimiento, Contactos y Confianza)" o a sociedades de capital-riesgo, que ofrecen "proporcionar al proyecto recursos a medio y largo plazo, siempre con vocación de permanencia limitada, a empresas con fuerte potencial de crecimiento", explica el docente. El crowfunding (suma de un número de aportaciones económicas individuales), los préstamos participativos (un híbrido entre deuda y capital, donde el prestamista es cuasisocio pero sin que el emprendedor tenga que ceder partes de la empresa), encuentros networking o dinámicas de elevator pich (donde tienes apenas un minuto para llamar la atención con tu proyecto) son otros de los recursos pensados para generar un impulso económico a tu idea empresarial.