A debate

Tanatoturismo: ¿Qué es y por qué se ha puesto de moda?

La central nuclear de Chernóbil, la prisión de Alcatraz, los campos de concentración de Mauthausen o Auschwitz... el morbo se ha convertido en uno de los principales motivos para una mayoría creciente de viajeros de todo el mundo, que organizan viajes a destinos marcados por la tragedia y la muerte. Es lo que se conoce como tanatoturismo o 'dark tourism'.

por hola.com

El ser humano es curioso por naturaleza. Descubrir lugares y culturas nuevas o aprender de la historia son solo algunas de las razones que nos llevan a viajar y conocer los rincones del planeta. La televisión, el cine e Internet contribuyen también en gran medida a que queramos visitar nuevos lugares. Por ejemplo, pasear por las calles de Roma sin recordar en cada esquina a Audrey Hepburn y Gregory Peck en Vacaciones en Roma es algo prácticamente inevitable. Otro caso, y más reciente, es San Juan de Gaztelugatxe, en Vizcaya, por haber servido de escenario en la mítica serie Juego de Tronos. Sin duda, lugares mágicos que merece la pena visitar independientemente de si en ellos se ha rodado o no algún 'taquillazo' mundial.

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Sin embargo, el morbo es otro de los ingredientes que más interés suscita en las personas y si a ello se le une una brillante producción de éxito mundial, se obtiene como resultado un destino turístico asegurado. Y es que, cada vez hay más viajeros que eligen destinos marcados por muertes y catástrofes humanas. Para analizar este fenómeno, expertos como la socióloga Alicia Aradilla afirman que, posiblemente, sea necesario abordarlo de una manera multidisciplinar, con la participación de ciencias como la sociología, la psicología, e incluso, la psiquiatría.

Tanatoturismo y lugares de culto

Este fenómeno que se conoce con el nombre de tanatoturismo, está en pleno crecimiento  y pone de relieve una atracción y unos gustos humanos un tanto tétricos. "Aunque viajar a lugares asociados con la muerte no es un fenómeno nuevo, el auge del turismo como un sector económico fundamental a escala mundial ha disparado el interés por este tipo de lugares, que se conoce como tanatoturismo o turismo oscuro (dark tourism)", afirma Daniel Liviano, profesor de los Estudios de Economía y Empresa de la UOC. Es precisamente lo que está ocurriendo en Kiev, después de que HBO narrase los hechos acontecidos en la central nuclear de Chernóbil en su serie Chernobyl. A partir de la emisión de la serie, la ciudad que vivió el peor accidente nuclear de la historia (Prípiat) recibe un 48 % más de visitantes que el año anterior, según afirma Victor Korol, director de SoloEast, una empresa que ofrece visitas turísticas por la zona. Según la CNBC, la junta de turismo y promoción de Kiev prevé recibir este año a 100.000 visitantes, con lo que se superarán los 72.000 de 2018 y se duplicarán los 50.000 turistas de 2017.

Pero Chernóbil no es el único destino de moda. La prisión de Alcatraz, escenario de múltiples películas, los campos de concentración de Mauthausen (El fotógrafo de Mauthausen) o zonas donde se han cometido genocidios se han convertido en lugares cada vez más frecuentes del itinerario turístico internacional. "Este es un fenómeno extremadamente complejo y heterogéneo: las motivaciones de los turistas son muy diversas, como también los destinos y las actividades ofertadas", afirma Liviano.

Dilema ético

Ante esto, la socióloga Alicia Aradilla indica que, el ser humano, como especie tiene las neuronas espejo que nos permiten "identificar y sentir las emociones ajenas en combinación con nuestro intelecto" (el más desarrollado y complejo como especie) para, además, "comprender las consecuencias de hechos históricos y así construir una sociedad más pacífica".

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Aunque para los expertos buena parte del deseo de los tanatoturistas es aprender y descubrir la historia de primera mano, muchos otros prefieren recrearse en el desastre "Hay personas que eligen revivir esas experiencias traumáticas para 'sentir' en carne propia lo que sufrieron otras. Existen algunas preguntas de reflexión a partir de este nuevo modelo de ocio. ¿Estamos enfermando como sociedad?  ¿Nos atrae más el sufrimiento que la felicidad ajena hasta el punto de elegir experimentarlo en seudo-realidad?. Esas personas viven las sensaciones traumáticas e intensas sabiendo que es una recreación", explica Aradilla.

Tours como el Helter Skelter, que recrea la ruta de los asesinatos de la banda de Charles Manson, o el que se realiza en la frontera de Estados Unidos con México, dónde se organizan caminatas nocturnas que simulan el cruce de países como inmigrantes indocumentados, donde se vive la experiencia de cruzar túneles y se sufre el 'secuestro' de personas por parte de actores que actúan como traficantes, son algunos de ellos.

La frivolización de las redes

Además de ofrecer una visión de la sociedad absolutamente perturbadora, las redes sociales han convertido también el tanaturismo en algo todavía más frívolo. En un mundo en el que la gente comparte absolutamente todo en Internet, los lugares marcados por la tragedia y la muerte han pasado de ser escenarios históricos, que sirven para recordar y reflexionar sobre épocas amargas del pasado, a convertirse en fondo de millones de selfies.

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Algo que Liviano critica mientras alude a Auschwitz, que se ha convertido en un parque temático del exterminio, "un lugar donde los turistas van a hacerse fotos sonriendo al lado del crematorio o bajo el arco con el siniestro letrero Arbeit macht frei". Y es que los intereses económicos de un sector tan importante como es el turismo también están jugando su papel. El sociólogo Francesc Núñez, profesor de los estudios de Humanidades de la UOC, lo tiene muy claro: "Todos, agencias de viajes, ciudades o gobiernos, todos sacan provecho aunque sea desde el horizonte del sufrimiento de muchos". El debate está abierto porque es cierto, según este sociólogo, que la comercialización y masificación de determinados espacios contribuye a su banalización y a convertirlos en una especie de trofeo (hacerse un selfie) de las experiencias de los individuos atrapados por un inquietante consumismo que lo trivializa absolutamente todo.