Por qué dices que 'no importa' cuando 'sí te importa'
En muchas ocasiones, el miedo a enfadar a los demás o a ser rechazados no nos permite liberarnos y ser dueños de nuestras decisiones
¿Cuántas veces te has callado ante una disputa? ¿Te ha molestado la opinión de alguien y no has sabido dar tu punto de vista? ¿Has dicho que algo no te importa cuando, en realidad, sí que te importa? Las habilidades comunicativas nos permiten expresar nuestras ideas y opiniones, además de conectar y empatizar con las personas que tenemos delante. Sin embargo, como no todos somos iguales ni tenemos los mismos niveles de sensibilidad, algo que parece tan sencillo y necesario para mantener relaciones sanas puede convertirse en una acción realmente complicada para algunas personas. Son muchos los que son incapaces de expresar sus emociones, rebatir una idea, decir lo que sienten o, sencillamente, comentar públicamente su opinión.
Si algo nos molesta es conveniente hacerlo saber en el momento en que ocurre y de la forma adecuada. Guardar nuestros pensamientos tiene importantes consecuencias negativas. Si no comunicamos al resto de personas cómo nos sentimos, si algo nos ha molestado o afectado, corremos el riesgo de que esa misma situación vuelva a repetirse una y otra vez. Al negar que algo nos importa, cuando la realidad es bien distinta, acabaremos acumulando sensaciones de enfado, rabia, ira y malestar. Con el paso del tiempo, lejos de desaparecer, esta 'mochila' en la que vamos depositando malas sensaciones se irá haciendo más y más pesada. Tarde o temprano, este malestar se verá reflejado en nuestro estado físico y mental. ¿Solución? Aprender a gestionar nuestras emociones.
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Asertividad, la habilidad social de defender tus derechos
El miedo suele ser el principal culpable de que no consigamos mostrar nuestra opinión ante los demás. Dejar de fingir será la única solución para sentirnos liberados y, por consiguiente, dueños de nuestra vida. Ser sinceros con el resto y con nosotros mismos. En este sentido, entra en juego el concepto de ‘asertividad’. Ser asertivo no deja de ser una habilidad social que implica comunicarse de forma efectiva y sana, transmitiendo lo que queremos decir de manera firme a la vez que respetuosa y empática con los demás. Es decir, trasmitir las cosas tal y como las sentimos no significa tener que ser desagradable con la persona que tenemos enfrente, aunque nuestra opinión choque con la suya. Por fortuna, la asertividad es un comportamiento que se puede aprender y mejorar y se sustenta en la autoestima y confianza en uno mismo.
- Sustituye los pensamientos negativos que te surgen cuando haces valer tus derechos
- Piensa en positivo antes de dar tu punto de vista
- Comprende que la gente no es adivina. No puede leer tus pensamientos ni descifrar tus sentimientos
- Defiende ‘tu verdad’ de una forma educada y empática. Trata de transmitir exacta y detalladamente lo que quieres para que la persona a la que te diriges comprenda que existe una razón real que sustenta tu petición
- No dejes que el miedo a enfadar a los demás o a ser rechazado te corten las alas.
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