Descubre qué relación hay entre la inteligencia emocional y la resiliencia
La inteligencia emocional es la capacidad que tenemos para comprender mejor cuáles son nuestros procesos mentales, cómo sentimos aquello que pensamos y cómo nos afecta. Por ese motivo, afrontar la vida con resiliencia es también conocerse a uno mismo y saber cómo sufrimos ante las situaciones de ansiedad, y cómo afrontarlas de una mejor manera.
La resiliencia es la facultad que tenemos para adaptarnos a los cambios, para superar los problemas y para afrontar cualquier situación de crisis hasta facilitar la llegada de una nueva época a nuestra vida.
Cuando nos referimos a un concepto tan general como la resiliencia, tal vez podemos ilustrar de forma muy clara a qué nos referimos con una frase popular muy pragmática: “si la vida te da limones, hazte una limonada”. Sin embargo, la vida es mucho más compleja, y las implicaciones emocionales de todas nuestras decisiones nos empujan a sufrir miedo ante los cambios, ansiedad por las dificultades que nos encontramos por el camino y temor a perder oportunidades ante los reveses del destino.
En este sentido, la inteligencia emocional está directamente relacionada con el nivel de resiliencia al que podemos aspirar, y no solo eso, sino que podemos desarrollar nuestra sensibilidad, entrenar nuestra inteligencia emocional y conocernos más y mejor para ampliar los cauces por los que discurrirá nuestra resiliencia, aplicándola con mayor tiento y sentido práctico
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El entrenamiento de tu inteligencia
La inteligencia también se entrena. Podemos poseer de forma natural cierta facilidad para algunas funciones cognitivas, pero una actitud abierta y en continua búsqueda de nuevos retos será la mejor de las gimnasias para tu materia gris. La inteligencia emocional, y concretamente la que está relacionada con la resiliencia, es la que se basa en conocer mejor nuestros propios procesos mentales y los recovecos de nuestro ánimo.
Si la inteligencia emocional es la facultad que todos tenemos para comprender mejor nuestras emociones y poder gestionarlas con mayor eficiencia, ahorrando crisis y potenciando la creatividad y la calidad de vida, utilizar estas vías de autoconocimiento de una forma resiliente parece más que un objetivo obvio.
Desde un punto de vista práctico, la inteligencia emocional es la que te facilitará las claves de tu mente, únicas e intransferibles, para que mirar hacia delante en tus procesos resilientes sea más sencillo. Para que no te ocultes detrás de tus temores y afrontes todos tu problemas, crisis o miedos, de frente y de manera ordenada.
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Una mente activa, es una mente resiliente
Donde fracasa la teoría es en los pequeños detalles emocionales. Cualquiera sabría identificar que la mayoría de los problemas y conflictos a los que nos enfrentamos cuando debemos aplicar una actitud resiliente es el temor, la inseguridad y el miedo a lo desconocido. Por eso, cuando la inteligencia emocional está bien entrenada, y forma parte de nuestro flujo de pensamiento de de forma activa, podemos subir a este torrente de emociones nuestro objetivo, y contar con la maestría de sortear nuestros miedos, saltar sobre la ansiedad y traspasar la inseguridad.
Pero para completar con éxito este recorrido, que bien parece una yincana, no basta con que no los expliquen, ni que alguien con la mirada fría y los argumentos claros nos diga qué debemos hacer y cómo, sino disponer de las claves que nos hacen únicos, conocerlas, haberlas ejercitado, y poner en práctica soluciones concretas para nuestra ansiedad y temor. Eso es resiliencia pura.
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