Estos son los motivos del fracaso de quienes tienen demasiada autoestima
Tan negativo es gozar de una autoestima muy baja, como muy alta, porque ambos son percepciones personales desproporcionadas que nos pueden hacer ser profundamente infelices y que producen conflictos personales con quienes nos rodean.
La baja autoestima es el resultado de una percepción sobre nosotros mismos muy pequeña, con muy pocas expectativas de cumplir con un nivel mínimo y con la sensación de que somos continuamente juzgados de forma negativa. Y no solo eso, sino que una baja autoestima implica que acabamos considerando que los juicios en negativo que se nos hacen pueden estar en lo cierto.
El mayor peligro de un problema de autoestima consiste en creer que no somos buenos en nada, que nuestra opinión no debe ser tomada en cuenta y que aspirar a cambiar esta percepción forma parte de un sueño ilógico e irrealizable. Lo que en suma constituye un grave problema para nuestro desarrollo como personas, nos diluye en las relaciones sociales, frena nuestro progreso profesional y puede influir gravemente en nuestra relación sentimental.
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Todo en su justa medida
Sin embargo, si tan negativo es una baja autoestima, tenerla muy alta también puede producir consecuencias poco deseables. Sea poca o mucha autoestima, se considera un trastorno de nuestra percepción acerca de quiénes somos realmente.
Cuanto más creamos que somos incapaces de afrontar los retos, probablemente menos capaces nos mostraremos, pese a que tengamos en nuestro interior el talento y las ideas para demostrar lo contrario. Y de la misma forma, cuanto más capaces nos creamos de hacer cualquier cosa, menos sensación de vértigo o inseguridad nos generará afrontar nuevos retos.
Efectos secundarios de una autoestima demasiado alta
Una autoestima demasiado inflada tiene el riesgo de explotar. Por eso es muy importante mantener siempre cierta cautela para identificar cuándo podríamos estar excediendo los límites razonables de esta percepción personal.
El primer indicio de que nuestra autoestima está por las nubes es que este hecho acaba chocando contra nuestras relaciones personales. Porque las asfixiamos, dado que una persona ensimismada en su gran valía no tiende a escuchar o a valorar en su justa medida a los demás, está más pendiente de sus procesos y los publicita constantemente, y no apoya a los otros de forma altruista ni logra mantener conversaciones que no giren alrededor de sí misma.
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Sin embargo, este primer efecto de una autoestima demasiado alta no es fácil de ver por uno mismo, y lo más común es que pase completamente desapercibido para quien experimenta esta autoestima, mientras que es totalmente evidente para los demás. Esto acaba desencadenando cierto aislamiento de quien tiene la autoestima muy elevada, que a su vez produce un efecto muy negativo, pues cuanto más solo se ve, más confía en que la razón tiene que ver con que los demás no son capaces de seguirle el ritmo o que podrían incluso albergar envidia.
Además, esta situación conlleva un fustigamiento personal que es equivalente al que podría mantener consigo misma una persona con la autoestima muy baja. En este caso, como el nivel de autoexigencia es tan alto, cuando no se consigue un objetivo puede no parecer suficiente o puede que no se haya cumplido con todo su esplendor, y caer de forma continua en un reproche profundo hacia uno mismo que conlleva un sentimiento de infelicidad e insatisfacción prolongado.
Pero, sin duda, el mayor problema de una autoestima por las nubes es la pérdida del punto de referencia entre lo que es posible hacer y lo que no. En esta espiral de búsqueda de retos que demuestren su valía, estas personas pueden embarcarse en ideas irrealizables que las lleven a un fracaso estrepitoso. Esto implica que su capacidad para analizar las situaciones está adulterada. De nuevo tiene mucho que ver con los casos de baja autoestima, pero en este caso a la alta. Nuestra búsqueda habrá de ser siempre el equilibrio, ya que quienes padecen estos niveles de percepción personal desmesurada pueden aceptar condiciones de trabajo o retos personales inasumibles, y provocar que cuanto más alto suban, más dura sea la caída.
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