Septiembre no solo es el mes de la vuelta a la rutina, al cole y al trabajo, del 'archinombrado' síndrome postvacacional, también es un tiempo de cambios. Son muchos los que aprovechan el final de las vacaciones para proponerse nuevos retos y, como no, para plantearse su relación de pareja. Y es que las vacaciones no siempre son buenas para la vida en común. "En este mes, algunas parejas deciden poner fin a su relación, aumentan las demandas de separación y se incrementan las consultas de terapia de pareja (o consultas individuales por ansiedad y depresión por problemas con la pareja)", indica Eva Mª González, psicóloga, sexóloga y terapeuta de pareja y familia del centro de psicología Psicólogos Sexólogos de Zaragoza. "El que justo ocurra en septiembre tiene que ver con la vuelta de las vacaciones donde las parejas han convivido mucho tiempo y, a pesar, de haber sido un tiempo de desconexión laboral y de rutinas y obligaciones (sin horarios pautados, sin colegio ni trabajo) puede haber sido una época de estrés y enfrentamientos", aclara la especialista.
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"Aquellas parejas que durante el año no tenían una relación satisfactoria, en las que no había una comunicación de calidad ni intimidad e iban pasando el día a día centrados exclusivamente en las rutinas y obligaciones, sin cultivar espacios para la pareja, en vacaciones han tenido que tomar nuevas decisiones (qué actividades realizar, cuánto tiempo, con quién, etc.) lo que ha podido provocar falta de acuerdos, discusiones y conflicto", subraya la especialista.
Por otro lado, el hecho de tener que pasar más tiempo en familia (que, en ocasiones, puede producir malestar si se trata de la política), los compromisos sociales que pueden desagradar a uno de los dos, además de tener expectativas distintas de cómo debían disfrutarse las vacaciones, también puede ocasionar roces entre ambos miembros.
No hay que olvidar, resalta la psicóloga Eva Mª González que, individualmente, "cada uno puede haber reflexionado sobre la relación y puede haber hecho un balance de si le compensa o no seguir en una relación fuente de conflictos e insatisfacción".
Por todos estos aspectos, el mes de septiembre puede traducirse en el momento del año en el que una pareja decida poner fin a la relación o intentar salvarla pidiendo ayuda profesional.
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Cómo revitalizar la relación de pareja
Si consideramos que merece la pena intentar salvar la relación y hacer el esfuerzo necesario para permanecer juntos, hay algunos aspectos que se deben trabajar más. Estos son, por ejemplo, los consejos de la psicóloga Eva Mª González para salir reforzados de las crisis:
Intimidad
Crear espacios de intimidad para la pareja, donde se puedan compartir deseos y necesidades de cada uno y diseñar metas y proyectos comunes así como poder intercambiar muestras de afecto.
Comunicación
Hablar de las expectativas que tiene cada uno en la relación, ya que la discrepancia entre las expectativas y la realidad promueve la falta de armonía en la pareja.
Tiempo para cada uno
Combinar espacios de ocio en la pareja e individuales ya que ambos son necesarios y se enriquecen mutuamente y si solo se realiza un tiempo de ocio individual (donde cada uno se limita a sus actividades) o todo el ocio se realiza en pareja, la relación no será tan gratificante.
Escucha activa
Utilizar una comunicación clara y sincera, basada en la escucha activa y sin expresiones acusatorias, que promueva el respeto y la comprensión. Además, ser consciente de que no solo al hablar nos estamos comunicando sino también cuando guardamos silencio, cuando reímos o lloramos.
Proyecto común
Concretar los valores y principios que son básicos para ambos, tales como fidelidad, autonomía e independencia, querer o no ser padres, etc. Intercambiar conductas positivas y gratificantes así como reconocer lo que el otro hace por nosotros y expresar nuestro agradecimiento.
Fortalecer el vínculo
Realizar actividades y visitar lugares que recuerden el principio de la relación, lo cual servirá para activar recuerdos placenteros y reforzar el vínculo afectivo.
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Cuándo terminar la relación de pareja
Existen señales de alarma que nos pueden indicar el fin de la relación de pareja:
- Cuando continuamente sintamos pena por nosotros mismos, desilusión y frustración.
- Cuando solo sentimos dolor si imaginamos un futuro juntos.
- Cuando nuestra pareja no despierta en nosotros sentimientos de afecto e interés y sintamos que no hay cariño mutuo en la relación.
- Cuando tengamos la certeza de que estaríamos mejor solos que en pareja.
- Cuando observemos incoherencia entre lo que nuestra pareja dice y lo que hace en aspectos esenciales de la vida.
- Cuando los valores y principios de cada miembro son incompatibles e imposibles de negociar.
- Cuando existe maltrato físico o psicológico.
Si percibimos estos síntomas, es importante que lo hablemos y se tomen las medidas que se consideren oportunas.
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Los niños frente al divorcio
En el caso de que la pareja opte por divorciarse, y en el caso de que haya hijos, es importante abordarlo de la mejor manera para evitar que lo pasen mal. Según la socióloga Alicia Aradilla: “sea en septiembre o a lo largo del año, está claro que las vacaciones son un momento clave donde los roces en la pareja se acentúan. Los adultos se divorcian, en muchos casos, como un acto de nueva oportunidad para sus vidas. Aunque es vivido muy diferente por los hijos, en caso de que no sea un divorcio consciente, se les atribuye consciente o subconscientemente nuevos roles, como testigo (de las peleas y enfrentamientos) papeles de árbitro (entre padres), de mensajero (de la comunicación deteriorada o rota), de espía (de la nueva pareja) o en el peor de los casos, acaban siendo el instrumento de venganza.
Los padres divorciados no sólo deben preguntarse ¿cómo me comporto como progenitor?, pueden también llevar esa misma cuestión a su proceso de divorcio, porque rediseña la vida cotidiana del niño, las creencias que pueda adoptar, los valores que tendrá, así como la visión de cómo ve el mundo. Para minimizar los efectos negativos del divorcio en los hijos, Alicia Arandilla nos ofrece unos consejos:
- Evitar que el niño/a sea testigo en discusiones o conversaciones tensas de los adultos y ante todo, evitar convertirlo posteriormente en árbitro haciéndole preguntas de aquella conversación.
- Eximirlo de la responsabilidad de dar información al otro progenitor.
- Si la comunicación está deteriorada o rota, son los padres los que tiene la responsabilidad de encontrar nuevos canales de comunicación, siempre queda la opción de un mediador profesional.
- Preguntar a los hijos cómo se sienten respecto a las situaciones que se vayan sucediendo. Preguntarles también qué desean respecto a los cambios, independientemente, que se les pueda complacer, es importante que puedan expresarse.
- En caso de que los niños se muestren tristes, o haya cambios en el comportamiento, puede ser recomendable la ayuda psicológica.