La soledad es un sentimiento mucho más completo que el mero hecho de estar solos o carecer de compañía. Se trata de una experiencia subjetiva que puede manifestarse de formas muy distintas y que, según los especialistas, en los últimos tiempos se ha visto acuciada por las nuevas tecnologías que, paradójicamente, "en vez de acercarnos a otras personas, nos distancian más". Así de tajante se muestra al respecto Montserrat Guerra Saiz, psicóloga clínica del centro Gabinete de Psicología de Santander, para quien los cambios en la manera de comunicarnos unidos a otros factores de estrés (como la pérdida del empleo, la ausencia de un ser querido, un cambio de residencia…) pueden desembocar en que, en algún momento de sus vidas, todas las personas sufran soledad transitoria.
Se trata de aquella que sentimos durante periodos cortos de tiempo, semanas o hasta unos pocos meses y está asociada a cambios importantes o repentinos en nuestras vidas y que, según ha evidenciado un estudio publicado en la revista Psychology and Health -llevado a cabo por investigadores de la Universidad Autónoma de Madrid y del grupo de José Luis Ayuso del CIBERSAM- también puede tiene efectos dañinos para la salud. Algo que puede evitarse si se toman medidas a tiempo.
"La persona que padece una soledad transitoria suele expresar su malestar claramente. Le gustaría hacer más actividades de las que está realizando pero no se atreve hacerlo sin compañía, anhela tener conversaciones o participar en situaciones sociales, recuerda con nostalgia otros momentos del pasado donde eso se producía, tiene la sensación de desaprovechar el tiempo libre en ocupaciones rutinarias, suele sentirse peor los fines de semana al ser considerados más lúdicos. En ocasiones, incluso realizan tareas no gratificantes con la esperanza de encontrar amistades o pareja", apunta la experta. Normalmente, está asociada a ámbitos concretos de la vida de una persona y solo depende de la capacidad de reacción o adaptación de cada persona que se convierta en crónica.
Consecuencias para la salud
Guerra señala que, a nivel psicológico, la soledad puede afectar a la autoestima, generando un gran sentimiento de fracaso y profecías autocumplidas (del tipo nunca voy a encontrar a nadie). "Nos encontramos con personas que suelen abandonarse en el cuidado personal, con repercusiones en su autoconcepto. Además, la búsqueda de más relaciones personales les puede generar estrés, ansiedad o depresión".
Pero también son muy significativas sus consecuencias a nivel físico, puesto que numerosos estudios relacionan la soledad con un aumento en el deterioro cognitivo, falta de concentración y atención, peor rendimiento de la memoria y despistes frecuentes, reduciendo el rendimiento intelectual y aumentando el riesgo a padecer demencia. Asimismo, también puede llevar consigo ciertas patologías como la hipertensión, obesidad y trastorno por atracón, somatizaciones (dolores de cabeza, problemas en la piel, contracturas…).
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Cómo actuar ante los síntomas
Para la psicóloga, lo importante ante las primeras señales de soledad es analizar por qué se está produciendo esa situación y desde que momento se está produciendo. "Hay muchas personas que cuando se encuentran con dicha situación se embarcan en actividades de forma frenética, sin haber valorado ni los motivos ni lo que realmente anhelan o están buscando", algo contraproducente ya que puede traernos más problemas que beneficios.
Lo más recomendable para ella es escoger acciones que puedan ofrecernos beneficios a corto y medio plazo para evitar caer en un círculo de soledad. Por ejemplo, retomar viejas aficiones, apuntarse a clases de yoga o cualquier actividad que nos motive. Esto nos permite relacionarnos con otras personas que compartan los mismos intereses que nosotros, aspecto que nos puede facilitar en un inicio que se den esas conexiones personales. "Se trata de innovar y salir de nuestra zona de confort, de la búsqueda de nuevas aventuras, nuevos conocimientos, nuevas personas…".
Sim embargo, aunque estos son algunos consejos generales, lo más recomendable es acudir cuanto antes a un profesional de la psicología que nos ayude a encontrar salidas a la soledad, adaptándose a cada caso concreto y particular. "Un psicólogo es quien mejor puede acompañarte en el camino y reducir ciertos pensamientos asociados a este sentimiento para que no se agraven los síntomas", asegura Montserrat.