Cómo tratar los pies secos en verano

Es un problema común en muchas personas y aparece, sobre todo, en verano. Además de la incomodidad estética, puede propiciar otros problemas de salud

Por Nuria Safont

Nuestros pies se pasan la mayor parte del año tapados y protegidos de las inclemencias del tiempo con calcetines, zapatos, botas y botines. Sin embargo, cuando llega el verano se 'desnudan' para llevar mejor las altas temperaturas. Si bien es aconsejable que nuestros pies 'respiren' al aire libre, es cierto que el uso del calzado típico de estas fechas hace que nuestros pies estén más expuestos a la sequedad del ambiente, y ello puede propiciar que se sequen más y que se agrieten. Hablamos con Gonzalo Barros, directivo del Colegio de Podólogos de Galicia, para que nos explique qué hacer para evitar la sequedad, una condición que puede ir más allá de un problema estético y convertirse en un riesgo para salud. 

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¿Por qué los pies se secan más en verano? 

Por una parte, la temperatura es más alta y la humedad ambiental baja. Además, tendemos a llevar los pies más descubiertos, por lo que la humedad corporal se evapora más fácilmente y no se retiene en contacto con la piel. También hay que tener en cuenta los factores internos, ya que para un correcto funcionamiento de los mecanismos de hidratación del organismo, el aporte de líquidos debe ser mayor en épocas de calor, lo que no siempre realizamos adecuadamente.

Si bien la sequedad de la piel y, por lo tanto, la de nuestros pies es un problema general que puede afectar a cualquiera, existen personas más propensas a sufrirla debido a su tipo de piel y/o a que padecen enfermedades generales como la diabetes, así como ciertas condiciones fisiológicas, como puede ser la menopausia. Todas ellas puede propiciar que los pies sufran más. 

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¿Cómo cuidar la piel de los pies?

Una piel que no está en condiciones óptimas por la razón que sea, incluida la sequedad, tiene más probabilidades de sufrir enfermedades como, por ejemplo, infecciones. Por tanto, el cuidado de la piel durante todo el año pero, sobre todo, en verano debe formar parte de nuestros hábitos diarios. Estos gestos son los que recomendamos:

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Uso de cremas para la piel de los pies. Debido a las características únicas de la piel del pie (más gruesa y que sufre agresiones constantes por el roce del calzado y los impactos contra el suelo al caminar), es aconsejable usar cremas específicas y/o cremas fuertes, a ser posible con componentes como queratolíticos en concentraciones bajas, como pueden ser la urea, el ácido láctico o el ácido salicílico. Respecto a la utilización de la crema hidratatante hay que resaltar que, como norma general, no se debe aplicar entre los dedos, ya que este es un error muy común.

Aumentar la absorción. Lo mejor es aplicar poca cantidad antes de acostarse (para que no sea un trámite engorroso) y a diario, haciendo hincapié en las zonas más secas. En casos especiales se puede utilizar de modo puntual por la noche con calcetines o film de cocina, lo que crea un ambiente húmedo oclusivo e incrementa la acción.

Ojo con las grietas. Según indican desde Urgo, especializados en el cuidado de la piel, la falta de hidratación puede acabar agrietando pies y manos. Gonzalo Barros afirma que tanto las cremas como los aceites se pueden emplear en el caso de grietas muy superficiales. Si estas son profundas o si están abiertas (presentan heridas), es recomendable acudir al podólogo para que lo valore y prevenir complicaciones.

¿Cuándo acudir al podólogo?

Es recomendable pedir cita siempre que la sequedad sea importante, ya que puede enmascarar enfermedades y condiciones, ya sean del pie o generales, que el podólogo sabrá reconocer y tratar adecuadamente. Además es importante señalar que con demasiada frecuencia, aún hoy en día, se confunde la sequedad de la piel con otros problemas del pie, tales como las durezas o los "callos", cuyo origen no tiene que ver con la hidratación y por lo tanto no se tratan con cremas.

Por otro lado, la estación veraniega es muy propensa a la aparición de determinadas dolencias, que pueden aumentar, como decíamos, tanto por tener los pies muy secos como por un exceso de humedad. Estas son las más comunes: 

Onicomicosis (hongos en las uñas)

  • Manchas blanquecinas bajo las uñas
  • Cambios en el aspecto de las uñas (quebradizas, decoloradas, deformes, se vuelven más gruesas)
  • Pérdida de transparencia en las uñas

Prevención:

  • Utilizar calzado de protección en zonas de riesgo como piscinas o baños públicos
  • Si se padece hiperhidrosis (sudoración excesiva) hay que prestar especial atención al acúmulo de humedad. Si es necesario se deben cambiar los calcetines varias veces al día
  • Utilizar un jabón que mantenga el manto ácido de la piel del pie
  • Secarse bien los pies atendiendo especialmente a la zona interdigital

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Pie de Atleta

  • Escamas húmedas, blandas, gris claras o rojas en los pies, especialmente entre los dedos.
  • Piel muerta entre los dedos.
  • Picazón y zonas inflamadas.
  • Olor a humedad y a moho en los pies
  • A veces, pequeñas ampollas en los pies

Prevención:

  • Evitar caminar descalzo por el borde de las piscinas y llevar sandalias de goma en las duchas públicas.
  • Utilizar calzado que permita la transpiración
  • Observar una buena higiene diaria del pie
  • Evitar la humedad

Papilomas o verrugas plantares

  • Tiene un aspecto parecido a una callosidad pero si se pellizca la lesión es mucho más dolorosa
  • Se pueden apreciar unos puntos negros en el centro
  • Pueden existir varias en forma de mosaico
  • Si se hurgan sangran y duelen

Prevención:

  • Mantener el pie seco
  • No compartir calcetines ni zapatos
  • No andar descalza por moquetas, suelos, baños, piscinas
  • Conviene lavar los calcetines con lejía
  • Mantener el calzado en buen estado

Si se observan alguno de estos síntomas es conveniente acudir a un podólogo para que los examine, efectúe un diagnóstico y prescriba el tratamiento adecuado. Estos suelen consistir en antifúngicos o antibióticos tópicos (evitan que el hongo se extienda) o sistémicos (por vía oral). Respecto a estos últimos suelen atacar el problema de raíz sin embargo debe ser el especialista el que indique su uso. Otros tratamientos son la crioterapia, los queratolíticos o tóxicos celulares. 

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