La listeriosis es una infección causada por la bacteria 'listeria monocytogenes' que se encuentra en el agua y en la tierra. Las personas, por lo general, enferman con listeriosis después de comer alimentos contaminados (alimentos crudos, algunos procesados, o hechos con leche no pasteurizada, es decir, leche cruda).
La enfermedad afecta principalmente a mujeres embarazadas, recién nacidos, adultos mayores y personas con el sistema inmunitario debilitado. En el resto de la población, por lo general, esta infección pasa inadvertida.
Síntomas de la listeriosis
Los síntomas de una listeriosis pueden aparecer en la siguientes horas al consumo de los alimentos o, incluso, al cabo de semanas y dependen de la cantidad de alimento contaminado que se ha ingerido. "La listeriosis suele manifestarse con fiebre, dolor muscular y alteraciones gastrointestinales. Pero uno de los riesgos es que la infección se extienda a través del sistema nervioso, lo que da lugar a otros síntomas como pérdida del equilibrio, dolor de cabeza o confusión, y puede desembocar en septicemia o meningitis e incluso la muerte”, alerta Ana Fuertes, directora de Industria de bioMériux Iberia. De ahí que se recuerde que puede tratarse de una enfermedad grave.
La experta recuerda que las mujeres embarazadas son mucho más vulnerables. “Aunque una listeriosis puede ocasionar únicamente una enfermedad leve en la madre, algunas de las consecuencias para el bebé son aborto espontáneo, nacimiento prematuro, muerte fetal o una infección potencialmente mortal después del nacimiento”, advierte.
Si se confirma que una mujer está pasando por una listeriosis, el ginecólogo la tratará adecuadamente con antibióticos. Un tratamiento precoz puede prevenir la infección del feto y del recién nacido.
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Cómo evitar la listeriosis
Como decíamos, se adquiere, principalmente, al consumir determinados alimentos. Además, tiene la particularidad de propagarse con mucha rapidez incluso en condiciones de temperatura que, para otro tipo de bacterias, podrían considerarse adversos como, por ejemplo, en la nevera. “Esta bacteria se multiplica de forma rápida en alimentos refrigerados y alimentos listos para consumir, como la leche cruda, verduras o productos en conserva”, explica la doctora Amalia Sánchez López, médico general de mediQuo. Por lo que las personas más vulnerables deben consumirlos con mucha precaución o, incluso, abstenerse de tomarlos. De ahí que las mujeres embarazadas tengan prohibidos ciertos alimentos.
El mejor método para evitar contraer esta infección es la prevención. Y esta pasa por observar unas normas básicas en la conservación y almacenamiento de los alimentos así como su manipulación y el lugar donde se cocinan. Por ejemplo:
- Lavarse siempre las manos cuando se vayan a manipular alimentos.
- Limpiar los utensilios que se vayan a usar así como las superficies sobre las que se va a trabajar.
- Cocinar de manera homogénea los alimentos y a temperaturas superiores a 70ºC
- Conservar en el frigorífico, hasta el último momento, los lácteos o postres hechos con huevo.
- Comprobar que la carne está bien cocinada y evitar la ‘contaminación cruzada’.
- Evitar descongelar alimentos a temperatura ambiente, una de las formas más fáciles de propagar bacterias entre alimentos.
- Mantener una rigurosa higiene de la nevera.
Cuidado con los trapos de cocina
Por su capacidad para actuar como transportador de gérmenes, los trapos y bayetas deberían ser reemplazados por papel de cocina de un solo uso. De hecho, estos utensilios de cocina aparentemente inofensivos son una de las principales vías de formación y propagación de bacterias y microorganismos en los alimentos.
También actúan como reservorios de organismos patógenos, principalmente, si los trapos están húmedos ya que contribuyen a la reproducción microbiana.
Algunas buenas recomendaciones para el correcto uso de trapos en el hogar evitando los riesgos derivados de su uso son:
- Desinfectarlos con frecuencia (utilizando lejía), no sobrepasar las 24 horas de uso.
- No secarse las manos con un trapo que antes se haya usado para manipular alimentos crudos, como carne, pescado o pollo.
- Sustituirlos por papel de cocina.