¿Sientes que has fracasado? Estas ideas te ayudarán a empezar de nuevo
Cuando sufrimos un fracaso en nuestra vida podemos desarrollar la noción de que no vamos a ser capaces de cerrar ese capítulo de nuestra historia personal, y que este suceso nos acompañará siempre. Aplicar una visión resiliente debe hacernos afrontar este hecho, aprovechando sus enseñanzas y mirando al futuro para seguir avanzando.
El nivel en el que consideramos que debemos triunfar o conseguir cierta excelencia en nuestra vida marcará también la percepción de nuestro fracaso cuando no logremos alcanzar nuestras metas. Puede parecer una perogrullada, pero cuanto más bajo pongamos el listón de cual queremos que sea nuestra vida, más deberemos esforzarnos para conseguir alcanzar unos objetivos que, de no ser logrados, pueden significar un acicate para el sentimiento de fracaso.
Saber afrontar los cambios ayuda a construir una personalidad resiliente, y esto también se pone de manifiesto cuando somos capaces de reubicar nuestros objetivos para rechazar la percepción de fracaso que podemos experimentar cuando las cosas no nos han salido como esperábamos, bien sea porque no hemos logrado esquivar los obstáculos de la vida, bien porque han surgido imprevistos de difícil solución.
Qué significa el fracaso
Sentir que hemos fracasado en algunos aspectos de nuestra vida no es en sí una situación conflictiva. Conviene ser realistas y apreciar de qué cosas somos capaces y cuáles se nos resisten. No para culpabilizarnos, sino para poder ser conscientes de en qué medida el azar o nuestros propios actos han conducido a ese fracaso, y aprender de esos errores de forma constructiva.
Sin embargo, cuando ese sentimiento de fracaso se convierte en frustración, puede acabar formando parte de nuestra personalidad, afectando a nuestra autoestima y produciendo en nosotros la percepción de que no fuimos capaces de cerrar un capítulo de nuestra vida, porque nos vimos incapaces de afrontarlo y, por tanto, siempre quedará inconcluso.
Pasar página es siempre necesario, las etapas llegan, se viven, y hay que dejarlas pasar, tanto las felices como las que no lo han sido tanto. Si hemos experimentado una vivencia que nos ha dejado mal sabor de boca y que nos induce a pensar que no hemos sido lo suficientemente diligentes o prácticos, solo cabe una forma de afrontarlo: aprender de lo vivido, darlo por zanjado, y mirar hacia el futuro.
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Fases para dejar atrás los fracasos
Como en toda situación vital que requiere de maduración, nada podemos conseguir de la noche a la mañana, sino que se trata de procesos de asimilación que necesitan su tiempo, pero siempre que imprimas a tu actitud una mirada positiva y abierta al cambio, podrás salir con éxito de la percepción de que has fracasado.
Lo principal es aceptar que ha pasado, entender que puede que tu estés poniendo el foco en esta cuestión porque a ti te importa mucho, pero que si lo comparamos con las vivencias de todas las personas que te rodean este hecho no es más que un grano de arena en el desierto. Una cosa más que, aunque no lo parezca, se olvidará cuando lleguen nuevos retos y actividades a tu vida. Trata de analizar tu vivencia, no desde la vergüenza, la desazón o la ira, sino para aprender sobre por qué no te fue bien, y ayudar a que esta situación cicatrice lo antes posible.
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Busca una motivación contraria, pues no hay nada mejor para dejar de pensar en un hecho que nos produce rechazo que encontrar el lugar a donde saltar y con el que mantener nuestra mente ocupada, ilusionada y donde desarrollar un pensamiento positivo. Encontrar otra ocupación, de las mismas dimensiones y pasión de aquella que nos produce percepción de fracaso es una forma de canalizar nuestra energía, no en reincidir y volver a sopesar qué nos produce malestar, sino en buscar nuevos recursos y cauces para conseguir sentirnos plenos de éxito.
Hacer un relato sobre qué nos ha pasado y cómo lo entendemos es muy útil. Explicarlo, darle forma y sentido, es una manera de ponerle forma y digerirlo. Pero una vez que tu entorno más cercano ya conoce el motivo de tu frustración, dalo por visto y no vuelvas a sacar el tema de forma voluntaria .Êjerce, por tanto, una actitud de cero quejas. No te permitas entablar de nuevo conversaciones en bucle sobre qué lamentas, qué hiciste mal, qué mala suerte tuviste o qué oportunidad tan jugosa perdida terriblemente.
Vuelve a intentarlo, busca la forma de que, en los retos futuros, no bordees pisar sobre las mismas notas que te produjeron la caída. Aprende de lo ya vivido y trata de que esta vez salgas victoriosa y no busques caer de nuevo en el mismo error. No te sugerimos que seas kamikaze, sino que no esquives la posibilidad de volver a intentarlo pasado un tiempo, o de ir dosificando las cuestiones que se te resistieron en otras convocatorias, tal vez en otro orden o bajo otro ritmo.
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