El yoga y el pilates son dos disciplinas muy practicadas en la actualidad. Sin embargo, a pesar de algunas semejanzas, poseen notables diferencias entre ellas. Decidir entre una y otra y otra dependerá de tus necesidades específicas y de los resultados que desees conseguir. Alejandro Sexto Naveira, encargo del área de Yoga y Terapia en Espacio Orgánico, centro bio y holístico ubicado en la madrileña localidad de Alcobendas, nos aclara qué podemos esperar de cada una. "Ambas nos aportan fuerza, flexibilidad, trabajan con el propio peso corporal y con la respiración (aun teniendo formas de respiración totalmente distintas). En el pilates la corrección postural se alcanza en breve espacio de tiempo, mientras en el yoga pronto notarás que tu estrés se rebaja, que duermes mejor y que tu mente y emociones están más limpias".
Aunque las dos nos ayudan a mejorar nuestro estado físico, "el pilates está plenamente focalizado en él y el yoga va más allá, al plano espiritual, puesto que busca una conexión con nosotros y el control de la mente y la emociones", puntualiza. A continuación, analizaremos las principales diferencias entre ellas. El experto nos explica sus claves.
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Pilates: fuerza y control corporal
El pilates, también llamado 'contrología', fue creado por Joseph Hubertus Pilates en el siglo pasado, después de toda una vida dedicada al estudio del cuerpo humano, con el objetivo de que cada individuo cuente con una correcta postura y disponga de la energía necesaria para el día a día. Se trata de un método diseñado por una única persona bajo los principios de concentración, control, respiración, fluidez y precisión y para ello utilizó ejercicios de yoga, gimnasia griega y meditación.
Es un trabajo puramente corporal centrado en los músculos trasversos abdominales y se utiliza especialmente para la rehabilitación y tratar lesiones, por lo que es una actividad funcional y centrada en la tonificación del cuerpo que no busca tanto la relajación del sistema nervioso.
En su escuela clásica podemos encontrar 34 ejercicios, aunque otras surgidas a posteriori se han ido adaptando a las necesidades de los alumnos en función de su estado físico y edad. Se realiza principalmente tumbado (excepto en caso de utilizar máquinas) y el tipo de respiración que emplea es nariz-boca, buscando hacer los ejercicios más efectivos a través de posturas dinámicas destinados más al fortalecimiento muscular que a la flexibilidad.
Yoga: conexión espiritual
Por su parte, el yoga es una disciplina milenaria procedente del lejano oriente de la que se tienen datos de su existencia desde el siglo XVII a.c. y en cuya evolución participaron cientos de yoguis. Busca relajar al alumno mental, emocional y físicamente. Pero, a diferencia con el pilates, su objetivo no es el cuerpo, ya que este solo se usa como medio para alcanzar la relajación mental y conectar con nuestra propia esencia. Aunque, hoy por hoy, en occidente está delimitado a una práctica física, se trata de algo más espiritual, que va mucho más allá de un trabajo corporal.
Reduce el estrés porque calma el sistema nervioso y previene enfermedades relacionadas con ello. Aunque debido a la variedad de tipos que existen puedes elegir entre uno más intenso, más físico o más espiritual. Su fin, aparte de hilar una secuencia de asanas, es la concentración en posturas estáticas, por lo que trabaja la flexibilidad de forma más directa. Además, se suele realizar de pie (empleando una respiración nariz-nariz), por tanto, es mejor para aquellas personas que se marean con ejercicios tumbados.
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¿Cómo decantarse por una u otra?
Alejandro lo tiene claro: "El mejor consejo que se le puede dar a una persona que quiera decantarse por una de estas dos disciplinas es que acuda a probar clases de ambas". En pilates las variedades son escasas y tan solo existen las variedades de suelo y maquinas, mientras que en yoga hay infinidad de estilos (hatha, ashtanga, vinyasa, kundalini…) que pueden ajustarse más a tus necesidades. Sin embargo, puntualiza que hay un aspecto que puede marcar la diferencia en tu elección: el maestro. "Debemos escoger un profesor con el que conectemos, que nos guie en la práctica, nos corrija y nos ayude a evitar lesiones".