Cuántas veces te han estado contando algo y has tenido la sensación de no haber entendido nada o haberte escapado mentalmente a otro lugar en plena conversación. Por el contrario, seguro que también has sentido que otra persona no te prestaba atención cuando tenías algo importante que transmitirle. Esta ruptura de sintonía se debe a que en ambas situaciones no existía una escucha activa por parte del oyente, lo que acaba dificultando el entendimiento entre ambas partes.
Escuchar no es simplemente oír y escuchar activamente es aún más complejo, sin embargo, es la clave para mejorar la comunicación entre dos personas. En todo sistema comunicativo debe haber un emisor, un receptor y un mensaje que, de manera intencionada, llega del primero al segundo. Pero si el receptor u oyente no reciben el mensaje, no lo entiende, no tiene feedback, la comunicación, en realidad, no se produce.
Desarrollar la escucha activa nos coloca en una situación presente, en la que estamos dispuestos a poner atención consciente en la conversación, de manera que favorecemos que esta se produzca de manera satisfactoria. Se trata de escuchar sin juzgar, de ser receptivos y entender, no solo las palabras sino también las emociones. Por ese motivo, la aceptación, la empatía o la capacidad emocional son fundamentales para poder hablar de escucha activa.
Errores más comunes en la escucha
- Distraerse y alejarse de la conversación
- Interrumpir la intervención de la otra persona
- Juzgar lo que dice, incluso antes de dejarla acabar
- Rechazar las emociones que pueden surgir del momento
- Dar consejos que no te han pedido
- Estar más pendiente de contar tu historia que de entender la del interlocutor
Consejos para desarrollar la escucha activa
En primer lugar, para empezar a trabajar este tipo de escucha, repasa la lista de errores y detecta en cuántos y cuáles de ellos caes frecuentemente. Pon atención en las conversaciones que mantienes e identifica qué comportamientos te alejan del diálogo. Cuando te sientes frente a un interlocutor, centra tu atención en ese momento. Ten paciencia, pon conciencia plena y mantente en 'el aquí y el ahora'.
Algunas señales no verbales que denotan que estás en posición de oyente activo son, por ejemplo, el contacto visual, que no solo significa atención sino también sinceridad, o la postura corporal, que debe ser abierta con el fin de mostrar interés y recepción.
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En cuanto a los mensajes verbales, lo importante es centrarte en el otro, sin querer revisar tu propia historia. Respeta el turno y demuestra con tu palabra que sientes empatía, que aceptas, reforzando a la otra persona. Además, tan importante como escuchar es devolver a la otra persona señales de que has comprendido su información. Para ello, por ejemplo, puedes hacer un resumen o explicar con tus palabras lo que has entendido, así como hacer preguntas que refuercen el vínculo comunicativo.