Ver series no es solo una diversión que nos entretiene. Las series nos acercan a un mundo al que nos podemos transportar para vivir otras vidas paralelas a la nuestra. Podríamos pensar que eso ocurre de la misma manera cuando vemos una película, pero lo realmente positivo de las series es que están divididas en capítulos y eso permite repartir la dosis a lo largo de los días, los meses o los años.
Muchas veces consideramos que hay personajes de las series a los que sentimos conocer de verdad. Esto es porque estas obras de entretenimiento tienen una larga duración y se permiten explorar aspectos de la personalidad y de las vivencias de los personajes que jamás podríamos ver en una película.
De esta forma, acabamos guardando un registro mental de cómo se desenvuelven nuestros personajes favoritos en un sinfín de situaciones, hasta configurar en nuestro imaginario la sensación de que este personaje de ficción existe de verdad y que forma parte de nosotros. Así, la series acaban configurando la presencia en nuestra vida de personas que no existen, y que nos aportan sus formas de comportarse y de ver la vida, que podemos utilizar o meditar.
No es extraño que personas que viven un momento difícil en su vida vean a propósito series donde los personajes son duros e implacables. De esta forma pretenden contagiarse de estas cualidades y sentir que las situaciones que ven en las serie puedan ser vivencias que les ejemplifican o que les motiven. De la misma forma que podemos recurrir a una música energética para motivarnos ante nuestra vida diaria, un capítulo motivador también aporta un empujón para afrontar la vida diaria y sus retos.
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Cuando incluso las series dramáticas producen felicidad
Ver una serie impone un ritual que podríamos comparar con la meditación. Las series se ven eminentemente de noche, cuando habitualmente reservamos un rato a un tipo de disfrute individual que podemos realizar en pareja o con otros miembros de la familia.
Ver una serie implica pensar en ella y nada más, sumergiéndote en un ritual teñido por su musicalidad: las series tienen un tono intransferible, tanto de música como de color y ritmo oral. De esta forma, ver una serie es una mezcla entre meditación e hipnosis, que te traslada a otro lugar, otra época y tienes la sensación de estar compartiendo tiempo con otras personas.
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Hay tantas series como necesidades emocionales existen
Las series dramáticas pueden producir un sentimiento de seguridad y de control ante situaciones que, en el fondo, son negativas para los personajes. Este tipo de series aumentan tu sentido de predisposición a la resiliencia. Cuando contemplas cómo los personajes abordan retos, se enfrentan a graves problemas y son capaces de salir adelante, puede nacer en ti un sentimiento que relativiza hasta cierto punto tus problemas diarios y que juegues con mayor pasión a solventar sus retos y dificultades cotidianas.
Sabes que eliges qué ver en función de tu estado anímico. Esto, de nuevo, no es sólo entretenimiento. En ocasiones necesitamos que nos hagan reír, pero también podemos buscar emocionarnos o experimentar cierta tristeza. Inducirnos a aproximarnos a estados emocionales es una facultad muy inteligente que nos aporta la ficción y que definen ver series como algo más complejo y provechoso que el mero hecho de divertirnos y pasar el rato.
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