Cuando hace calor nos exponemos a la contaminación de los aires acondicionados
El calor hace estragos y empezamos a no poder pasar el verano sin el aire acondicionado aunque somos conscientes de que nos reseca las vías respiratorias, produce infecciones y su uso no es ecológico.
La mayoría de los cambios tecnológicos que hacen que nuestra vida sea mejor tienen una contrapartida. Este es el caso de los aires acondicionados, que permiten que superemos las temperaturas más tórridas del calendario. Pero, aunque aportan un beneficio evidente al ayudarnos a soportar el calor, tienen muchos puntos negativos que confluyen en una mayor contaminación, derroche energético y proliferación de hongos.
Realmente el término medio respecto al uso de estos aparatos marca la diferencia. Por un lado se trata de una refrigeración indispensable en algunos lugares del planeta, donde existen muertes por olas de calor; pero en otras zonas del mundo, donde nos hemos acostumbrado a activar el frío ante la primera brizna de calor, se sobre-consume este tipo de refrigeración y se dispara el consumo energético.
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Los aparatos de aire producen contaminación biológica
El filtro de nuestro aire acondicionado es adonde van a parar todas las partículas que vuelan por la casa. Es importante mantenerlo limpio, pero también es necesario que la casa se ventile adecuadamente y no dejemos de hacerlo diariamente, y si es varias veces mejor que mejor. Si no lo hacemos estamos convirtiendo a la ventilación del aire acondicionado en la única vía de salida de las partículas de la casa, y el filtro se podría convertir en un nido para los hongos y las bacterias.
El ciclo por el que el aire acondicionado puede convertirse en un foco de contaminación biológica tiene que ver con los ácaros del polvo, que son atraídos hasta la rejilla de ventilación y quedan atrapados en el filtro. Cuando se concentran suficientes, empiezan a ser perceptibles por nuestra vista, se forma una costra en el filtro, y en ese momento son una presa preciada para los hongos y bacterias, que ven en ellos un lugar donde aflorar y desarrollarse.
Cuando se tratan de sistemas de refrigeración industrial, en grandes edificios, y el sistema de ventilación está integrado y es más complejo, la probabilidad de que existan infecciones por bacterias u hongos en los depósitos de agua y filtros es muy alta. Por esta razón, en cuanto empezamos a acceder a lugares con el aire acondicionado puesto enfermamos, no solo es por el choque brusco de temperatura, que también, sino por la infección respiratoria que puede provocarnos.
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Los aires acondicionados aumentan la huella de carbono
Un estudio de la Universidad de Wisconsin, en Estados Unidos, ha llegado a la conclusión de que anualmente podrían deberse a los aires entre 10.000 y 13.000 muertes en la costa oeste del país. Este dato es el resultado de evaluar mediante algoritmos el impacto de los aires acondicionados en la producción y gasto energético, y del daño en la capa de ozono que producen las torres de refrigeración.
Un estudio de Ecologistas en Acción llegó a la conclusión de que el uso de aparatos de aire acondicionado colabora a que en verano haga más calor, entre 1,5ºC y 2ºC más, por culpa de la emisión de CO2 y el calentamiento global.
Cuando ponemos en marcha nuestro aire acondicionado, el motor que está en el exterior comienza a hacer su trabajo. Hace ruido, produce calor y consume una cantidad ingente de energía eléctrica. Por eso, por nuestra salud y la del planeta, es conveniente intentar hacer el uso más inteligente posible del aire acondicionado.
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