Un verano sin estrés es posible (y es más fácil de lo que crees)

Para la mayoría, el verano es sinónimo de tranquilidad, paz y relajación. Sin embargo, a otros les genera emociones negativas y más estrés. Averigua por qué sucede y qué hacer para que no ocurra.

por Nuria Safont

Verano. La propia palabra es sinónimo de bienestar para muchos. De sol, playa, montaña, tapas en las terrazas, tiempo de calidad para la familia y charlas que se prolongan hasta altas horas de la madrugada con los amigos. Pero para el descanso veraniego no es para todos igual. A algunas personas la época estival les produce más estrés, mayor desazón e, incluso, son víctimas de la ansiedad. Entonces aparecen los conflictos y el descanso vacacional se convierte en una tortura. ¿Es posible que el tiempo libre que tenemos lo pasemos con los nervios a flor de piel? Sí, lo es. Y más común de lo que crees tener estrés en vacaciones. La culpa o, mejor dicho, el motivo puede estar en ti, no en las circunstancias. 

Para saber por qué ocurre y, sobre todo, qué podemos hacer para que, al fin, pasemos un verano en paz, hablamos con el doctor José Luis Carrasco, pionero en el estudio y experto en el diagnóstico y tratamiento de los problemas y de los trastornos de la personalidad. También es jefe de la Unidad de Trastornos de la Personalidad del Hospital Clínico San Carlos de Madrid, primera unidad específica creada para el tratamiento de este trastorno. Además es catedrático de Psiquiatría y de Psicología Médica por la Universidad Complutense.

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El verano es para relajase. Sin embargo, algunas personas sufren más ansiedad durante las vacaciones. ¿A qué se debe?

El verano sería una época para relajarse si siguiera significando lo que fue en la historia del hombre: época de refugiarse del calor, esperar a la cosecha, en septiembre, y no hacer nada, salvo mirar, contemplar y hablar de cosas sin relevancia práctica. En la medida en que el verano se ha convertido en un espacio que hay que rellenar de cosas que, además, deben de ser iguales o mejores que las de tus semejantes, y que deben darte, por la definición actual del verano mismo, la felicidad alegre, lo hemos convertido en un reto más superar: somos nosotros los que tenemos que 'conseguir' que el verano sea un 'éxito'. Ahí tenemos los ingredientes de la ansiedad: necesidad de control y miedo al fracaso.

Otras personas sienten ansiedad en verano porque tienen que convivir más tiempo y en mayor intimidad con sus familiares y con sus parejas. En estos casos, las vacaciones revelan problemas íntimos de relación que se enmascaran con el ajetreo del trabajo y la vida diaria.

¿Y el calor? ¿Influye en las emociones? 

El calor suave es fuente de buen humor y mejora la flexibilidad y la tolerancia. El calor muy intenso aumenta la irritabilidad y la ansiedad. En todo caso depende del temperamento de cada uno. Hay personas que disfrutan de las altas temperaturas y encuentran su estado de bienestar anímico. Estas personas suelen ser muy sensibles e intolerantes al frío en otras épocas.

¿Este parón podría suponer una fuente de conflictos porque no sabemos estarnos quietos?

El descanso de las vacaciones, como tal, produce ansiedad en las personas que precisan sentir que están haciendo algo productivo; fenómeno bastante común, por otra parte, y que suele apuntar a rasgos obsesivos o a rasgos narcisistas de la personalidad. En definitiva, la necesidad de hacer o conseguir cosas, sea más dinero, más productividad, más admiración... Para las personas narcisistas con obsesión por la perfección corporal las vacaciones de verano pueden ser un trago.

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Entonces, ¿qué debemos hacer para lograr pasar un verano en paz?

Para evitar conflictos, dejarse llevar. Por el día a día, por la intuición de cada momento, cultivando la paciencia y la falta de prisa. Y junto a ello, aparcar las discusiones sobre asuntos importantes. Las vacaciones deben ser de todo: del trabajo, de las dudas familiares, del proyecto de futuro, etc.

En lo cotidiano, flexibilidad en las pequeñas cosas, no discutir por detalles bobos... En lo estratégico, paréntesis y aparcar de verdad las decisiones.

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¿Podría darnos unos consejos para evitar las discusiones de verano con la pareja?

La pareja hay que disfrutarla en las vacaciones. Si no es así, mejor no irse de vacaciones o aparcarla también. Todas las diferencias de opinión deben ser asumidas y aceptadas, y, a partir de ahí, hacer un ejercicio de flexibilidad y generosidad. Va a ser mucho más placentero que el quedar por encima en los temas de cada día. Eso sí, recordando el punto anterior de que todo lo estratégico e importante queda aparcado para después de las vacaciones.

Las vacaciones deben ser como una regresión a los primeros meses de noviazgo. Para ello, sin duda, hay que 'pasar' de muchas pequeñas cosas y tonterías.

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¿Y qué puede hacer uno mismo para relajarse?

Para relajarse, una combinación de rutina, ejercicio suave, dieta digestiva y poco abundante, perdiendo, incluso, un poquitín de peso (salvo en las personas con problemas de bajo peso), líquidos, dormir lo suficiente, imaginación en forma de lectura o cine y espacios de silencio donde puedan surgir cosas interesantes de nuestro interior.