Psicología

La importancia de saber pedir perdón (y perdonar)

Asumir la responsabilidad de los errores que se han podido cometer puede ser algo extremamente difícil para algunas personas

Por Gtresonline

Nadie está exento de cometer un error, comportarse de forma inadecuada y herir a otra persona. Cuando somos conscientes de que hemos podido equivocarnos, solemos sentir el impulso de pedir perdón. Sin embargo, algo que puede parecer tan sencillo, a veces se convierte en un proceso complicado. Aunque admitir un error y disculparse es la mejor forma de crecer y evolucionar, asumir la responsabilidad de lo que ha pasado resulta ser algo extremamente difícil para algunas personas, especialmente para aquellas a las que precisamente les cuesta conceder su propio perdón.

Madurez y valentía

Disculparse es un ejercicio que denota madurez y valentía. En muchas ocasiones, nos limitamos a narrar lo que ha sucedido, pero sin llegar a asumir nuestra culpa. Por tanto, no se trata de un perdón sincero, sino de algo social y moralmente establecido como 'necesario' y 'correcto'. No obstante, una disculpa que no es plena no sirve de nada. En este sentido, un perdón falso solo suele empeorar la situación, consiguiendo aumentar más la desconfianza y distancia del otro, sobre todo cuando la persona ante la que debemos disculparnos pertenece a nuestro círculo más cercano.

Para que un perdón sea válido y no un mero trámite, debemos colocarnos frente a la persona que hemos podido herir por nuestras palabras o forma de actuar y mostrarnos realmente arrepentidos por lo sucedido. Abrir nuestro corazón, desprender sinceridad y pedir disculpas es una acción 'curativa' de responsabilidad y respeto hacia uno mismo y hacia la otra persona, que requiere de coraje, humildad y entereza.

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Beneficios físicos y emocionales

Cuando se tiene que pedir perdón, suele ser por algún error que se ha cometido. Muchas personas consideran que esto ha podido ocurrir por ser 'imperfectos' o tener más defectos que el resto. Normalmente, las personas a las que más les cuesta reconocer sus errores y asumir responsabilidades son aquellas con baja empatía y escasas habilidades emocionales, que suelen esconder sentimientos de rencor, traición o ira.

Sin embargo, tras dar el paso y trabajar la capacidad del perdón, se experimenta una larga lista de sensaciones positivas. Aumenta la autoestima y, sobre todo, disminuye el estrés, la ansiedad, el malestar y la tristeza que generan este tipo de situaciones. A nivel físico, disminuye la presión sanguínea y la tensión arterial y, en general, el cuerpo se relaja mientras que la mente se libera de una pesada carga.

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'Perdono, pero no olvido'

Perdonar suele ser algo mucho más complicado que pedir perdón. Perdonar es fundamental para alcanzar el equilibrio emocional y anímico y requiere de un gran ejercicio de empatía, es decir, de ponerte en la situación del otro. Cuando conseguimos perdonar, liberamos el dolor y el sentimiento de impotencia y de rabia que podíamos albergar en nuestro interior, recuperando la confianza y la tranquilidad.

Al igual que ocurre al pedir disculpas, de nada sirve que este acto no se haga desde el corazón. Aceptar una disculpa de una forma no sincera, solo provocará tener en mente el recuerdo de lo ocurrido y vivir estancado rodeado de energías negativas.

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