Estas son las razones por las que las dietas de moda, keto y whole 30, no son saludables
Cada cierto tiempo aparecen algunas dietas que tratan de esquivar algunos principios nutricionales básicos y jugar al despiste con nuestra alimentación. Algo que puede ser muy perjudicial para la salud.
Esta temporada las dos dietas que están en el candelero son Keto y Whole30, ambas prometen resultados rápidos y suelen conseguirlo, pero tal vez a un precio alto para nuestra salud. Y es que nada se consigue en cuanto a salud nutricional si no es desde un cambio gradual y sostenible de nuestros hábitos.
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Hablamos con Mireia Escolar, dietista-nutricionista, que nos dará su opinión profesional sobre ambas dietas, por qué funcionan y en qué aspectos pueden ser peligrosas, para tenerlo en cuenta y vigilar en qué condiciones es mejor no realizarlas.
Ambas son dietas bajas en carbohidratos
Estas dos dieta milagro, que están tan de moda este verano, tienen en común que excluyen los carbohidratos o los limitan de forma muy contundente. Ambas tienen las peores puntuaciones en los rankings médicos de EE.UU. porque limitan de forma muy radical el consumo de muchos grupos de alimentos que convencionalmente se cree que son positivos para nuestra salud, y no aportan ninguna investigación científica que apoye esta decisión. En consecuencia, son dietas que reducen el peso, pero tienen varios efectos secundarios, entre otros pueden producir estreñimiento, incesante sed y fatiga.
Dieta keto
“Hay dietas que no son tal, sino que sirven para engañar a nuestro organismo, generando una reacción excepcional, pues le obligan a comportarse de una forma contraria a su naturaleza y, como consecuencia, podemos acabar perdiendo peso, pero no como muestra de salud, sino de un desajuste de nuestro metabolismo”, nos explica Escolar.
Lo que produce la dieta keto es que nuestro organismo inicie un proceso llamado cetosis, que consiste en producir “cuerpos cetónicos”, esto ocurre cuando reducimos drásticamente los hidratos de nuestra dieta, que son fuente de energía, y el cerebro empieza a buscar vías alternativas para producir energía, en este caso las grasas y la glucosa, tanto las que consumimos como la de reserva que almacena el propio organismo.
Para conseguir este proceso se sacan de la dieta alimentos con alto contenido en hidratos, como los cereales, las legumbres, las frutas y las verduras. Tampoco suele permitirse consumir carnes, frutos secos, aceites ni huevos. “Como no ingerimos hidratos, adelgazamos cuando nuestro organismo moviliza los ácidos grasos para sacar energía, y el apote de proteínas va directamente a facilitar masa corporal que actúa justo cuando estamos quemando una cantidad importante de grasas”, explica Mireia Escolar.
Sin embargo, la dieta keto se hace muy difícil de recomendar porque mantenerla en el tiempo puede tener consecuencias perjudiciales para la salud como los mareos, vértigos, náuseas y halitosis.
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“Lo más importante que hay que tener en cuenta es que es un estilo nutricional que se hace insostenible para nuestro organismo solo sirve para ser realizada de forma esporádica porque nuestro organismo está realizando un esfuerzo extra solo destinado a situaciones de apuros nutricionales. Además, esta dieta tiene efectos secundarios serios respecto a nuestro nivel cognitivo, pues la glucosa es necesaria para el buen funcionamiento de nuestro cerebro, y si este se ve privado de este nutriente puede empezar a tener problemas de concentración y desarrollar problemas cognitivos”, comenta Escolar.
También podemos experimentar mal aliento, cefaleas, mareos y náuseas, aunque estos últimos síntomas son poco frecuentes y, si se presentan, la experiencia indica que desaparecen a medida que avanzan el estado de cetosis en el tiempo.
En conclusión, la dieta keto o cetogénica es una alternativa que bien controlada y planificada puede ser de mucha ayuda para quemar grasas y obtener mejoras metabólicas, por eso muchos la emplean en etapa de definición muscular. Sin embargo, también podemos acudir a dietas bajas en hidratos no cetogénicas que promueven el adelgazamiento sin que nuestro cuerpo ingrese en cetosis y sin necesidad de mayores restricciones en la dieta habitual.
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Dieta Whole 30
Esta dieta se considera paleo y destierra de nuestra alimentación todos los alimentos procesados, proponiendo, además, que no se realice ningún intercambio de alimentos saludables, pretendiendo engañar a nuestro paladar para dar con un sabor o una presentación similar a la de preparaciones procesadas o elaboradas. En este sentido se trata de una dieta paleo estricta con otros condicionantes que la llevan más allá.
Quedan fuera todos los alimentos que contengan azúcar o edulcorantes, cualquier tipo de cereal, las legumbres y lácteos. Lo que hace a la dieta Whole 30 aún más restrictiva que una paleo es la prohibición estricta de cualquier tipo de frutos secos, o semillas. Ni quinoa, ni judías verdes.
“El hecho de que se una dieta con tantas prohibiciones, mucho más allá de lo que se entendería por una dieta paleo, que suprime hidratos sin aportar ningún criterio científico, y que, además, prohíbe que elaboremos un menú que sirva para normalizar nuestra dieta y hacerla más llevadera, provoca que la sensación anímica de quien sigue esta dieta sea mucho más estresante y agobiante, y se genere un sentimiento de ansiedad y de penitencia que, a la larga, resulta muy poco beneficioso” explica Escolar, que además hace alusión a que, de nuevo, se trata de una dieta para muy poco tiempo, en este caso 30 días, lo que por definición está reconociendo que no se trata de un hábito saludable, sino de una forma de provocar un shock en nuestro metabolismo y reducir de cuajo nuestra dieta, con los consiguientes efectos rebote y de ansiedad que eso genera posteriormente.
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