Abre la mente y amplía horizontes, aleja el miedo y las inseguridades, reduce el estrés y la ansiedad, potencia el conocimiento, mejora las habilidades sociales… La lista de beneficios de viajar, tanto solo como acompañado, es prácticamente infinita. Cada vez son más las personas que destinan parte de su tiempo y dinero en descubrir nuevos rincones del planeta, desconectar y tachar destinos de su particular mapamundi. Sin embargo, este hobby aparentemente saludable también puede mostrar su lado más 'cruel'.
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¿Qué es 'fernweh'?
Fernweh responde a 'pasión por viajar'. No obstante, esta bonita expresión ha cobrado un significado diferente y una nueva dimensión de la mano de Alexander von Humboldt, considerado el 'padre de la geografía moderna universal'. El geógrafo y humanista definió este concepto como un 'trastorno por viajar' y una atracción irresistible por descubrir lo desconocido. Según el autor alemán, existe una diferencia abismal entre el gusto por viajar y el fernweh, un vocablo alemán que viene a significar 'morriña'. Mientras que fern hace alusión a 'lejos', weh lo hace a 'dolor'.
Bien es cierto que en la sociedad actual se le da un lugar bastante importante al hecho de vivir experiencias nuevas, pero un determinado número de personas sienten nostalgia por los lugares lejanos y no consiguen el bienestar si no alimentan su espíritu más curioso. Estos viajeros experimentan sentimientos de tristeza cuando están en casa y no pueden hallarse en un rincón desconocido. Es decir, sienten melancolía de quedarse en un solo lugar y el impulso constante de hacer la maleta y huir. Alexander von Humboldt, cuyos viajes de exploración le llevaron desde Europa a América del Sur y del Norte hasta Asia Central, experimentó el fernweh en sus propias carnes.
Viajar es una de las actividades más enriquecedoras y placenteras. Es una acción que precisa de energía, y que ponen en funcionamiento los músculos y activan el cerebro. Debe contemplarse como una vía de escape puntual para hacer frente al estrés cotidiano y favorecer nuestra autoestima y poder regresar con las pilas cargadas y una maleta cargada de recuerdos y buenas vibraciones.
'Resfeber', vértigo antes del viaje
Al igual que existe una palabra para definir la ‘pasión’ por emprender un viaje, hay otra que hace alusión al término contrario. Se trata de resfeber, otro de los desconocidos conceptos que forman parte del diccionario del viajero millennial. Esta palabra de origen sueco no se refiere al odio a viajar, sino a la combinación entre emoción y estrés que se produce antes de lanzarse a la aventura. No obstante, esta especie de vértigo suele ser habitual.
Una persona sufre resfeber cuando le cuesta conciliar el sueño antes de un viaje y piensa en situaciones negativas que pueden producirse en dicha escapada. También cuando muestras una actitud extraña y distante los días antes o, sencillamente, cuando sientes una especie de hormigueo cuando te encuentras en la cola de embarque dispuesta a dar el pistoletazo de salida a una nueva experiencia.
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