Cuando en un restaurante te preguntan si quieres ensalada o patatas fritas es probable que aún dediques a pensar que, a fin de cuentas, la patata es de origen vegetal y que por muy fritas que estén, el aceite (si es bueno) no es precisamente veneno. Sin embargo, algo en nuestro interior nos avisa de que la decisión adecuada es elegir ensalada, a menos que no tengamos ningún problema en acumular grasas y engordar.
Un estudio reciente de la Universidad de Harvard ha investigado cuál es el impacto real de las patatas fritas sobre nuestra salud, y cuál es el umbral máximo de ración de patatas fritas que no deberíamos exceder para mantener nuestro bienestar y línea a salvo de una ingesta innecesaria.
Lo cierto es que el resultado de esta investigación de Eric Rimm, nutricionista de la Public Health School de Harvard, no deja muy bien paradas a las patatas fritas, pues se ha comprobado que lo que se considera una ración de este snack puede llegar a acumular hasta 500 calorías, pues se localiza en ellas una alta concentración de almidón.
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Los nutrientes de las patatas (cuando las fríes)
Aunque la patata es un alimento muy versátil y socorrido, no es un vegetal demasiado favorecido por los nutrientes, sino más bien discreto. El 80% de su contenido es agua, que se pierde al ser frita, y dentro del 20% restante encontramos que en su mayoría es almidón (un 80% de la materia seca).
Las patatas aportan proteínas muy similares a la de los cereales y en este sentido es una campeona, pues son de mayor calidad que las proteínas de otros tubérculos. Sin embargo, al ser fritas se pierde la mayoría de este nutriente.
Aunque tendemos a pensar que la vitamina C se encuentra de forma indiscutible en la naranja, lo cierto es que la patata le va a la zaga. Por cada 100 gramos de naranja que comemos, estamos obteniendo 50 mg de vitamina C. Con la misma proporción, la patata aporta alrededor de 30 mg de esta vitamina, por lo que no se trata de una cantidad nada despreciable teniendo en cuenta que debemos consumir al día alrededor de 60 mg en el caso de los adultos y 40 mg los niños.
Sin embargo, estos nutrientes y otros (como el hierro, el potasio o la fibra) se pierden al freír las patatas, o se eliminan antes al pelarlas y cortarlas. Gran cantidad de estos beneficiosos nutrientes están en su piel, y otros se eliminan o se malogran en el proceso de fritura.
Si te gusta la patata, cuídala
Ten en cuenta que si el sabor de la patata te es agradable no hay razones para renunciar a él. De hecho, se trata de un alimento con muy poca grasa, es saciante y su nivel de nutrientes es adecuado para tu dieta. Sin embargo, el único error que podrías cometer es comerlas fritas.
Las patatas asadas mantienen todos sus nutrientes, y si lo haces sin pelar los estarás aprovechando al máximo.
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Tomar patatas fritas no solo es peligroso para tu línea
Si tenemos en cuenta que la grasa de las patatas engorda y que apenas aporta nutrientes estamos ante un fracaso nutricional. Sin embargo, hay más razones por las que debes pensarte dos veces si comer o no patatas fritas.
Otra investigación del mismo equipo de expertos de Harvard llegó a la conclusión el año pasado que las patatas fritas están relacionadas con la diabetes, por su alto nivel glucémico. Este estudio determinó que aquellas personas que incluyen de forma habitual las patatas fritas a su dieta, entre dos y tres veces semanales, están incrementando su riesgo de mortalidad. Estos datos fueron recogidos en un estudio realizado a 4.500 personas y que evaluó las causas de muerte que mantuvieron y su dieta.
Como resultado, quienes comían patatas asadas o hervidas presentaron un menor índice de mortalidad. Esto no es solo una cuestión relacionada con las patatas, sino también con otros hábitos alimentarios similares, pues quien consume patatas fritas también es más probable que admita otro tipo de elaboraciones fritas que no aceptaría quien está acostumbrado a los platos hervidos o asados.
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