El término 'pensamiento lateral' fue acuñado por Edward de Bono en su libro homónimo de 1967. "Cuando uno sabe lo que quiere, pero no sabe cómo conseguirlo, tiene un problema cuya solución requiere de pensamiento lateral, un pensamiento creativo que en el fondo es una manera diferente de usar el cerebro sin utilizar la lógica, aunque ello pueda parecer irracional (…) El pensamiento lógico es unidireccional, sigue el camino que él mismo traza; el pensamiento lateral cuenta con infinitas maneras de llegar a una solución, porque llega a ella por caminos distintos a los de la lógica", explica el autor.
Perspicacia, creatividad e ingenio son atributos íntimamente relacionados con este modelo de pensamiento, que busca la liberación del efecto restrictivo de las ideas anticuadas. Salirse de lo establecido y provocar a la mente permite estimular nuevas ideas, favorece cambios de actitud, de enfoque y, por tanto, genera visiones diferentes ante un mismo problema.
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Entonces, ¿debemos evitar la lógica? Para nada. El autor insiste en que ambos tipos de pensamiento son necesarios y se complementan; el lateral es creativo y el segundo selectivo. Lo que sí debemos hacer es entrenar este modelo alternativo, con el fin de desarrollar la habilidad y su costumbre de uso.
Generar alternativas
"Primer principio básico del pensamiento lateral: cualquier modo de valorar una situación es solo uno de los muchos modos posibles de valorarla", recoge el manifiesto de De Bono. El objetivo de este pensamiento reside en conseguir el mayor número posible de alternativas, no de elegir la mejor alternativa. Durante el proceso de la búsqueda puede reconocerse alguna alternativa que constituye una solución satisfactoria al problema, pero este no es el objetivo, ni por ello cesará la búsqueda. "Lo que se pretende es aliviar la rigidez que caracteriza el enfoque de las situaciones y problemas, mostrar que siempre existen alternativas si se pone empeño en buscarlas y potenciar la costumbre de reestructurar modelos".
Aplazar los juicios
Este modelo, que fue toda una revolución en los años 70, propone revisar los supuestos establecidos, los prejuicios, y aplicar innovación y creatividad a la hora de resolver problemas. Sin embargo, "el objetivo del pensamiento lateral no es elaborar ideas correctas, sino un gran número de ideas". Posteriormente, llegará el momento de examinar todas a efectos de valoración, pero lo importante es dejar libre la mente y lanzar posibilidades por inverosímiles que parezcan.
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El razonamiento de esta técnica, que no deja de ser la base del conocido brainstorming (método por el cual se lanzan ideas sin ser juzgadas a priori) es que surge la posibilidad de que las ideas sobreviven más tiempo y generan otras ideas. Además, esto provoca que otras personas valoren ideas que de otro modo habrían rechazado, ideas que pueden resultar extremadamente útiles; aquellas que carecen de utilidad práctica presentadas por otras personas pueden usarse como estímulo para la concepción de ideas nuevas. Si nos colocamos en el pensamiento lateral, ideas desechadas como erróneas en un contexto de valoración rígido pueden revelarse útiles cuando se revisa la solidez del contexto en que se juzgaban.
De eso habla el pensamiento lateral, de reformular modelos en los que se cuestionan las bases establecidas, los juicios previos o lo que se considera el razonamiento correcto. Como mantenía Albert Einstein, no es posible hacer siempre lo mismo y esperar resultados distintos.