Jabón, gel, desodorante, champú, hidratante corporal, tintes para el pelo, maquillaje… Todos estos productos son cosméticos. No tienen propiedades terapéuticas (es decir, no son medicamentos cuyos efectos tengan que ser demostrados a través de complejos ensayos clínicos) ni hacen milagros, pero no podemos imaginar nuestra vida sin ellos. Sin embargo, tienen una composición química compleja, y no todos sus ingredientes son inocuos. En la composición de los productos de higiene y cosmética se incluyen a veces ingredientes potencialmente peligrosos, en especial para personas sensibles.
Algunas de las sustancias que aparecen en las listas de ingredientes son los llamados disruptores endocrinos, capaces de alterar el funcionamiento de nuestras hormonas, influir en el metabolismo o incluso tener efectos en la fertilidad. Los más famosos son los parabenos, con una mala reputación no siempre merecida. Por ejemplo, el methylparaben y el ethylparaben, que se encuentran en toda clase de desodorantes, cremas y geles, son inofensivos para los adultos.
El triclosán es un potente antibacteriano, y por eso se recurre a él en muchos productos de higiene cutánea. En estos, es mejor evitarlo, pues se sospecha que en algunos casos favorece las resistencias bacterianas y quizás perturbe el sistema hormonal. Sin embargo, en dentífricos y colutorios bucales, para combatir la gingivitis, la presencia de triclosán puede tener sentido.
No deben olvidarse las fragancias, presentes en perfumes pero también en muchos otros productos. Su riesgo principal son las alergias. Se han identificado ya 26 fragancias como claramente susceptibles de causar alergias o irritación de la piel. A partir de una determinada concentración, su presencia en la lista de ingredientes debe ser obligatoriamente mencionada en el embalaje. Además, hay sustancias que debemos evitar porque pueden causar irritación, en especial methylisothiazolinone, que nunca debería utilizarse en productos que pasan mucho tiempo sobre la piel.
¿Con aclarado o sin aclarado? No es lo mismo
Es importante distinguir entre productos con aclarado y sin aclarado, porque no es igual que la sustancia permanezca de forma prolongada sobre la piel, como sucede con las cremas corporales o los desodorantes, a que solo lo usemos unos minutos y después lo aclaremos, como el gel de baño o el champú. Tampoco es lo mismo el uso de cosméticos para adultos que para bebés o mujeres embarazadas o en niños menores de tres años.
Elige bien para protegerte
Revisa, sobre todo, las listas de ingredientes de los productos que permanecen más tiempo en contacto con tu piel (crema hidratante corporal o facial, maquillaje, crema solar…). Presta también atención a los productos que utilizas más a menudo y en más cantidad. El riesgo es menor en los productos que eliminas con el aclarado, como el jabón o el champú.
Si puedes, elige cosméticos que no contengan este tipo de sustancias:
- Huye de los parabenos que empiezan su nombre con 'propyl', 'butyl' e 'iso'.
- Evita los productos que, sin necesidad, contienen filtros ultravioleta, como el ethylhexyl methoxycinnamate, un posible disruptor endocrino. También conviene evitar el benzophenone-1 y el benzophenone-2. Este tipo de ingredientes, que tienen todo el sentido en los protectores solares, últimamente se han hecho populares en otros productos, como el cacao de labios. Pero si no vamos a estar expuestos al sol la mayor parte del tiempo, es mejor evitarlos. En otras ocasiones se añaden filtros ultravioleta para preservar al producto de la luz y poderlo envasar en un frasco transparente.
- No utilices los cosméticos de adultos en niños. Hay mayor riesgo de que alteraciones en el equilibrio hormonal en las primeras etapas del desarrollo.
- Ten más cuidado durante el embarazo y lactancia porque los disruptores endocrinos podrían afectar al feto.
Ileana Izverniceanu es directora de comunicación y relaciones institucionales de OCU